Formación del docente y su rol en los modelos de enseñanza y formación en línea

La formación del profesorado en la era digital

Ileana Salas Campos y Ana Cristina Umaña Mata

La persona que ejerza la docencia en el siglo XXI debe contar con una serie de que le permitan estar inmersa en un continuo proceso de formación. Por tal razón, se espera en primer lugar que, la educación continua y, desarrollada tanto en espacios formales como informales sea parte del proceso constante de actualización. En segundo lugar, el contexto social demanda de cambios constantes en el desarrollo de los procesos de aprendizajes del estudiantado, mismos que impactan el tipo de docente requerido.

Según Cela-Ranilla; Esteve; Esteve; González; Gisbert-Cervera (2017), existen al menos tres elementos que se deben considerar en el proceso de formación docente en lo que se ha dado en llamar la era digital. En primera instancia, hay que tener en cuenta que, los procesos de aprendizaje deben estarse ajustando continuamente, de manera que estén en consonancia con los cambios sociales. Esta situación implica que la persona docente debe estar en constante preparación tanto en temas propios de su rol, como en las demandas y del medio social, de manera que pueda promover espacios de aprendizaje contextualizados.

Un segundo elemento mencionado por los autores consiste en el cambio del modelo centrado en la enseñanza, por el modelo centrado en el aprendizaje. En este modelo, el centro e interés prioritario es el estudiantado. De esta manera, las responsabilidades de la persona docente son mayores, en tanto que debe elaborar propuestas y evaluativas, según las necesidades del estudiantado. Para Bullen y Morgan (2015) es necesario que la persona docente lleve a cabo constantes diagnósticos que, le permitan, de manera certera, definir las acciones didácticas a desarrollar. Según los autores, es un mito que toda la población estudiantil esté en el mismo nivel e interés por el uso de las tecnologías, esto por cuanto se les suele llamar ahora «nativos digitales». Mucho del estudiantado requiere el desarrollo de competencias digitales que, le permitan de manera adecuada, hacer uso de las tecnologías en su vida cotidiana.

En relación con el tema, la la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, en inglés) (2008) refiere que el docente tiene mayores responsabilidades en la tarea de lograr que el estudiantado adquiera las competencias que se necesitan en el siglo XXI con el uso de tecnología. Aunado a lo anterior, ya para el año 2012, la Unesco (2012, p. 20) caracterizó el rol de la persona docente como «un profesional instalado no solo como un objeto del sistema educacional sino como protagonista de los procesos educativos».

El tercer elemento que se destaca es la utilización de las tecnologías en los procesos de aprendizaje, como un imperativo y requerimiento social actual. Según lo refieren Cela-Ranilla et al. (2017), en el desarrollo social actual, las competencias digitales serán requeridas por el estudiantado cuando finalicen sus estudios y, se desenvuelvan en sus roles sociales y laborales. Para Cortés (2018), el cuerpo docente debe estar actualizándose en el uso de tecnologías como parte de su desarrollo profesional; de esta manera, estará en una constante indagación y cambio, así como el desarrollo constante de sus capacidades a lo largo de su vida profesional.

Se puede indicar que, la formación de la persona docente en una sociedad del conocimiento está determinada en gran medida por las características propias que dicha sociedad le impone. Por lo tanto, queda claro que el cuerpo docente debe estar en constante actualización profesional, tanto a nivel pedagógico como a nivel didáctico, sin perder de vista la incorporación de las tecnologías como recursos y medios de apoyo para su labor en el proceso de aprendizaje del estudiantado.

Autores como Cela-Ranilla et al. (2017); Cortés (2018); Bullen y Morgan (2015) han trabajado el tema del desarrollo profesional del docente en la sociedad del siglo XXI. Todos ellos coinciden en la importancia de que, la persona docente desarrolle competencias digitales que puedan estar transversalizadas con los componentes pedagógicos, didácticos e innovadores.

A manera de síntesis, se puede mencionar que, la persona que ejerza la docencia en el presente siglo debe contar con una serie de competencias, que le permitan estar inmersa en un continuo proceso de formación, puesto que, en el contexto social demanda de cambios constantes en el desarrollo de los procesos de aprendizajes del estudiantado, los cuales impactan directamente, en el tipo de docente requerido. Por ende, la educación continua es un nuevo requisito para el desarrollo profesional del docente.

Las competencias digitales requeridas en el equipo docente

Desde hace varios años, diferentes autores han estudiado y propuesto que, los docentes deben desarrollar competencias digitales, de suerte que puedan trabajar posteriormente en el fortalecimiento de las competencias en el estudiantado. Según Pozos (2012), Nolasco y Ramírez (2012), Cela-Ranilla et al. (2017) y Cortés (2018) aún falta bastante camino por recorrer para que la formación del cuerpo docente se vea fortalecida con el desarrollo de las competencias digitales, las cuales son tan necesarias para el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Por esta razón, es un tema que no puede dejar de ser atendido. Según Nolasco y Ramírez (2012), el grado de desarrollo de las competencias digitales de los docentes, tiene incidencia importante en el desarrollo apropiado de las estrategias didácticas y, por supuesto en la búsqueda y acceso a la información que tiene el estudiantado.

En cuanto a las competencias que debe desarrollar la persona docente, las propuestas varían según los autores que las proponen. Aún así, coinciden en que hay tres niveles necesarios por los cuales debe pasar el cuerpo docente, para lograr la adquisición de dichas competencias. A continuación, se presentan algunas de las clasificaciones planteadas.

Para Pozos (2010) hay tres tipos de competencias digitales: a) competencias básicas; b) competencias de profundización y c) competencias de generación de conocimiento. El autor en mención considera que, en el nivel de competencias básicas es el aquel en donde el cuerpo docente adquiere una «alfabetización básica»; es decir se trata del conocimiento, la comprensión e identificación de potencialidades de la tecnología en los procesos educativos. En el nivel de profundización, se considera que el equipo docente cuenta con el conocimiento y experticia en el uso de las tecnologías de comunicación e información (TIC); por lo tanto, tiene la posibilidad de utilizar la tecnología con suficiente propiedad en sus actividades didácticas, donde demuestra dominio y efectividad en su uso. Podría decirse que en este nivel ha logrado ampliar y generar una variedad de estrategias con uso de los medios y recursos tecnológicos. Finalmente, para Pozos (2016) el tercer nivel de competencia implica por parte de la persona docente, el máximo aprovechamiento de las TIC, para crear conocimiento y, por lo tanto, innovar en el campo educativo.

Por su parte, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) en Colombia, ha propuesto una clasificación de cinco competencias digitales para los docentes. La competencia tecnológica que implica además del conocimiento de las tecnologías, el compromiso de su máximo aprovechamiento en los procesos educativos. La segunda competencia es la comunicativa, que considera todas aquellas habilidades y destrezas que todo docente debe tener, para comunicarse asertivamente en los (EVA).

La tercera competencia es la pedagógica, contempla el uso oportuno, efectivo y eficiente de la tecnología para el fortalecimiento del proceso de aprendizaje del estudiantado, y del desarrollo profesional del cuerpo docente. Como cuarta competencia se ubica la competencia de gestión, la cual considera las capacidades para planear, organizar, administrar y evaluar de manera eficiente, las tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje. La quinta competencia, investigativa, involucra el uso de las tecnologías para la generación de conocimientos, los cuales deben fortalecer y contribuir en la mejora de las estrategias didácticas (Cortés, 2018).

En el caso de la Unesco (2011) se establecen tres enfoques, desde los cuales se debe generar programas de formación en competencias digitales para los docentes. El primer enfoque, de alfabetización tecnológica, que considera el entendimiento de la tecnología y su implementación en actividades propias del campo de la educación. El segundo enfoque es el de profundización, desde el cual se espera que el conocimiento en uso de recursos tecnológicos pueda ser empleado por el cuerpo docente, para la comprensión de fenómenos propios del contexto social por parte del estudiante. El tercer enfoque es el de creación de conocimiento, que busca el uso de la tecnología por parte de profesorado, para la investigación e innovación en educación.

Cela-Ranilla et al. (2017) plantean que las competencias digitales se dividen en tres: las habilidades digitales básicas, b) competencias didácticas con TIC y, c) estrategias de aprendizaje. En el caso de las habilidades básicas, estarían contempladas en el nivel 1; donde se trabajaría el acceso, la gestión, la evaluación y comunicación propiamente con las tecnologías. En el nivel 2, estarían las competencias didácticas. Se espera que, en este caso, la persona docente pueda realizar una combinación entre el conocimiento que ha adquirido de las tecnologías y lo pueda implementar en los procesos centrados en el aprendizaje. Para los autores, en el nivel 3, el equipo docente tiene amplio conocimiento de los recursos, los cuales puede poner en práctica mediante estrategias para favorecer los procesos de aprendizaje continuo, tanto del estudiantado como del equipo.

En la presentación de las clasificaciones se evidencia que, existe un proceso jerárquico de conocimiento e implementación de las TIC en los procesos educativos; para ello, las personas docentes deben mantenerse en constante proceso de actualización y capacitación. Asimismo, se requiere de un cambio de mentalidad, dado que la docencia se convierte en una profesión ligada a los constantes cambios sociales; así pues, debe ir evolucionando el desarrollo profesional, donde la debe ser un proceso permanente. En palabras de Álvarez (2003, citado por Cortés, 2018, p. 23) «…es necesario contar con un currículum abierto y flexible que reconozca la autonomía pedagógica. Es por ello que [sic] el animar a los docentes a adoptar una orientación reflexiva e investigadora en su propia práctica se convierte en una tarea ineludible».

El desarrollo profesional para el fortalecimiento de las competencias digitales de la persona docente

En razón de la imperiosa necesidad de fortalecer las competencias digitales del personal docente, se requiere de buscar las alternativas idóneas que permitan el mejoramiento de su profesión de la mejor manera. Según Cortés (2018), instituciones y ministerio a nivel latinoamericano, han dado diversas alternativas, las cuales pueden ser clasificadas en dos enfoques.

El primer enfoque ha sido denominado por la autora como el «enfoque normativo de las buenas prácticas de incorporación educativa de las TIC». Desde este enfoque, el proceso formativo en competencias se ha desarrollado mediante las capacitaciones y programas establecidos de manera formal por las instituciones entre las cuales se destacan la  Unesco, el Banco Mundial (BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En el caso puntual de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) de Costa Rica,  se han desarrollado de forma organizada, procesos de capacitación y formación, los cuales a la fecha contemplan temáticas relacionadas con: 1) uso de herramientas y recursos en línea; 2) diseño de entornos virtuales; 3) evaluación de los aprendizajes en entornos virtuales; 4) uso de herramientas para el desarrollo de la comunicación sincrónica; y 5) , entre otros.

El segundo enfoque ha sido denominado «enfoque empírico de las buenas prácticas de incorporación educativa de las TIC»,  que ha buscado, desde las instituciones, la promoción de prácticas que logren impactar en la política pública. En este sentido, se identifican tres modelos: a) modelo de capas de influencia; b) Modelo SITES M2 y c) Modelo SITES 2006. A continuación, se presentan algunos de los aspectos que caracterizan esos modelos empíricos.

Tabla 2.1
Características de los modelos empíricos de buenas prácticas de incorporación educativa de las TIC

Modelo Características
Modelo de capas de influencia (desarrollado por Krikland y Sutch, 2009) El modelo de capas de influencia separa las influencias del contexto del aprendizaje en capas o anillos micro, meso y macro. Se reconoce que cada institución educativa tiene su propia cultura, lo que hace difícil crear un modelo generalizado de posibles modificaciones por desarrollar. Sin embargo, dicho modelo ofrece una forma de conceptualizar las capas de influencia que afectan a la innovación con TIC para el aprendizaje, así como las posibles condiciones que permiten una innovación o cambio en el contexto educativo particular.
Modelo SITES M2
(Kozma, 2003)
SITES M2 fue un estudio sobre prácticas pedagógicas innovadoras con TIC. Los equipos de investigación nacionales de cada uno de los países participantes aplicaron un set de métodos de casos de estudio para recoger datos sobre las prácticas pedagógicas de profesores y estudiantes, el rol que cumplen las TIC en estas prácticas pedagógicas, lo mismo que los factores contextuales que los apoyan e influyen en el proceso de aprendizaje y que, afectarían el desarrollo o la puesta en práctica de procesos educativos innovadores con uso de tecnologías.
Modelo SITES 2006 (Law y colaboradores, 2009) SITES 2006 presenta las características del profesor y dos categorías de factores contextuales que aparecen afectando las prácticas pedagógicas con TIC, a saber: a) factores a nivel sistema y b) a nivel del establecimiento escolar. El modelo plantea que estos tres tipos de factores -ligados al profesor, a la institución educativa y al sistema- comúnmente. tienen que modificarse para acomodar la incidencia de las prácticas pedagógicas en los estudiantes. Los factores principales son:

A nivel del sistema, el grado de centralización de la estructura educacional, nivel de gasto gubernamental y políticas de desarrollo profesional relacionadas al uso de TIC.

En el nivel de las instituciones educativas: la percepción del director y coordinadores TIC sobre la presencia de de aprendizaje para la vida; las visiones sobre el uso de TIC; la presencia y naturaleza de la infraestructura TIC; el apoyo TIC (técnico y pedagógico) que se brinda en la institución y las medidas de desarrollo del equipo y liderazgo disponibles.

Nota: adaptado de Cortés (2018, p.21) por Copyright por Salas C.I. y Umaña, M. A. (2021).

Los espacios de formación mencionados obedecen a procesos de sistematización que, se han desarrollado desde instituciones u organismos. Empero, el desarrollo profesional no debe estar supeditado solamente a este tipo de iniciativas. A criterio de Cortés (2018), el cuerpo docente debe buscar espacios de con sus colegas, siendo las comunidades de aprendizaje, el ambiente idóneo para tal fin, puesto que se promueve el aprendizaje colaborativo, la resolución de problemas y el compartir experiencias de las cuales se puede aprender.

Para Cortés (2018, p. 30) «la consolidación de comunidades de práctica pone en evidencia que los saberes ya no solo residen en la memoria de las personas, los espacios de discusión permiten exponer conocimientos y ponerlos al servicio de otros».

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