Consideraciones preliminares del modelo de educación a distancia y la virtualidad

Introducción

Ileana Salas Campos

En los últimos años, la ha tomado relevancia y ha sido considerado un modelo educativo viable para muchas poblaciones que por motivos geográficos, sociales, económicos y de otra índole, les resulta la mejor alternativa de formación. La necesidad de definir un modelo educativo que transcendiera las barreras geográficas y físicas se originó desde el siglo XIX, con los primeros intentos por atender las demandas de la sociedad. Saba (2003, p. 8) señala que existió una serie de factores que provocó la «formación, adopción y aplicación de la educación a distancia», entre ellos:

  • «El desarrollo económico y social global.
  • Las estructuras industriales y posindustriales.
  • Los atributos de los medios para producir y presentar materiales instruccionales.
  • Las características del estudiante que le permiten interactuar con los medios.
  • Los factores relacionados con la enseñanza y la formación de comunidades de aprendizaje.
  • Las diferencias individuales en los procesos de aprendizaje, ligadas con la percepción, el procesamiento de la información, la cognición, los estados afectivos y el comportamiento.
  • El incremento de los atributos de las tecnologías digitales emergentes, tales como realidad virtual, teleinmersión y telepresencia».

Otros factores que incidieron y se vincularon entre ellos para conformar el modelo educativo a distancia, nombrados por García (2001, pp. 44-48) son:

  • Los avances sociopolíticos y el aumento en la demanda social de la educación;
  • la necesidad de aprender a lo largo de la vida;
  • la carestía de los sistemas convencionales;
  • los avances en el ámbito de las ciencias de la educación y
  • las transformaciones tecnológicas.

Pero quizás uno de los factores que más ha marcado una apertura por parte de las instituciones educativas para volver la mirada a la educación a distancia fue la pandemia originada por el coronavirus de tipo 2, causante del síndrome respiratorio agudo severo SARS-CoV-2, cuya enfermedad, el coronavirus 2019, la COVID-19, obligó a millones de instituciones educativas, en todo el mundo, al cierre temporal (Organización Mundial de la Salud, 2020).  En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) señala:

El año 2020 no es solo aquel en que el mundo se detuvo, al hacer frente a la peor pandemia que haya experimentado desde hace más de un siglo. Es también el año en que ha ocurrido el mayor trastorno de la historia en el ámbito educativo, que en su momento de auge dejó fuera de las aulas a casi 1.600 millones de educandos en más de 190 países. Esto representa más del 90% de la población mundial de estudiantes (Unesco a, 2020).

El impacto de la pandemia, indudablemente, va más allá del aprendizaje y de los factores asociados como mediación y validez de los resultados, costos y mejora continua, entre otros; y toca sentimientos como motivación, soledad, estrés en docentes y estudiantes, carencias nutritivas, ausencias o vacíos en la formación (Unesco b, 2020). Sin embargo, para efectos de este documento, nos centraremos en el modelo de educación a distancia.

La COVID-19 obligó a muchas instituciones de educación, entre las cuales las universidades no estuvieron exentas, a la toma de decisiones para resolver cómo continuar sus ciclos lectivos, mantener la matrícula de estudiantes con bajos porcentajes de deserción, sostener el personal docente y administrativo, buscar estrategias para soportarse financieramente y, a la vez, mantener las medidas de salud pública que se imponen en casos de emergencia sanitaria.

En esta nueva realidad, las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, han estado obligadas a cancelar sesiones y exámenes presenciales, actividades de campo o laboratorios de práctica, entre otros muchos procesos logísticos y administrativos que se llevaban a cabo presencialmente. Las ofertas académicas y los cursos lectivos se tuvieron que desplazar de manera abrupta a la virtualidad, lo cual ha significado adoptar medidas para flexibilizar currículos, cambiar modelos evaluativos, repensar en cómo lograr que el estudiantado alcance los objetivos de aprendizaje en un sistema en el cual no todos estaban preparados: ni estudiantes ni el personal docente ni las mismas instituciones.

Pese a las buenas intenciones, no es posible decir que son modelos de educación a distancia. Persiste aún la carencia de un fundamento pedagógico, didáctico, y hasta tecnológico que permita avalar las prácticas que, en medio de una crisis, sucedieron. Porque desde un enfoque formal no se puede afirmar que una institución u organización en término de tres meses pueda implementar un programa de educación a distancia. Si revisamos el concepto de educación a distancia que la mayoría de los teóricos en el campo exponen, esta responde a la separación física o geográfica del estudiante y la persona que ejerce la docencia (yo prefiero decir la institución educativa, porque la materialización de una propuesta académica va más allá de una persona), quienes a partir del uso de medios de comunicación llevan a cabo el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Esa es la definición más básica y es, tal vez, en la que se apoyan muchas personas e instituciones para decir que están haciendo educación a distancia desde marzo del 2020, debido a la aparición de la COVID-19.

La respuesta que muchas instituciones educativas han dado a la pandemia del 2020 no puede ser calificada como educación a distancia o , como lo llaman algunos, en un sentido estricto, sistemático y formal. La respuesta, comprensible en medio de una crisis, fue básicamente digitalizar contenidos, cambiar la forma de comunicación a partir del uso de tecnología, y procurar, en todo lo que fuera posible, que el currículo académico se cumpliera, y continuar procesos. Es una respuesta de atención , educación remota como la han llamado algunos (lo cual podría ser discutible), surgida de la emergencia mundial; pero no puede catalogarse como una propuesta a distancia o virtual de alta calidad. Hay que desglosar y profundizar en los fundamentos teóricos, psicológicos, epistemológicos y tecnológicos, entre otros, de la educación a distancia para poder comprenderla y, sobre todo, defenderla. Se revisará algunos conceptos; sin embargo, previamente se presenta un repaso breve de su historia.

Licencia

Criterios para el diseño y oferta de asignaturas y cursos en línea Copyright © 2021 por Universidad Estatal a Distancia. Todos los derechos reservados.