Consideraciones preliminares del modelo de educación a distancia y la virtualidad

La virtualidad y su papel en el modelo de educación distancia

Ileana Salas Campos

La Real Academia Española (RAE) define como virtualidad aquello que tiene la «cualidad de lo virtual» (2001, p. 1566) y si se entiende este concepto desde un enfoque físico, lo «que tiene existencia aparente y no real» (2001, p. 1566). Scholosser y Simonson definen como virtual aquello que es «funcional y efectivo sin existencia en un modo tradicional» (2006, p. 151). En otras palabras, virtualidad es la representación de realidades en mundos no físicos.

Partiendo de estas concepciones, la virtualidad siempre ha sido parte del ser humano. Gutiérrez (2006) expresa que «siempre esta dimensión irreal de lo existente ha sido objeto de reflexión» (p. 158). Además, ilustra con el mito de la caverna de Platón, cuyo tema central es, precisamente, conocer la verdadera realidad y no solo virtualidades y sombras. Otro ejemplo, ampliamente analizado por este autor, es la propuesta hecha Cervantes en su obra maestra El Quijote, en la que «el hombre existe en la frontera entre dos universos –real y virtual» (p. 159), y entra en constante conflicto y confusión. Moreno (2002) señala que las pinturas rupestres de las cuevas Altamira o las de Puente Viesgo (ambas localidades ubicadas en Cantabria, España) muestran cómo el arte siempre ha estado en esa frontera en la cual se representa la realidad.

Con la integración a la vida cotidiana de las tecnologías se ha hecho posible conceptuar la virtualidad en mundos digitales representativos a los que se ha denominado realidad virtual. La RAE determina el constructo realidad virtual como la «representación de escenas o imágenes de objetos producidos por un sistema informático, que da la sensación de su existencia real» (2001, p. 1293). Schlosser y Simonson brindan la definición del concepto virtual alienada al uso de tecnología al indicar que se trata de «una referencia a algo cuya existencia es emulada con un paquete de software sin que realmente exista en cualquier tipo de forma física» (2006, p. 151).

Se pude concluir, entonces, que cuando creamos entornos en un , en una página web o en cualquier otro soporte digital, y organizamos los diferentes elementos del currículo de manera tal que se cree el ambiente propicio para el aprendizaje, estamos emulando ambientes reales para el aprendizaje en contextos virtuales.

Podríamos preguntarnos: ¿cómo afecta la virtualidad al modelo de educación a distancia?

García y sus colegas (2007) advierten que el cambio «supone incrementar la interactividad, conlleva a romper con la linealidad propia de toda secuencia temporal» (p. 83). Partiendo de tal afirmación, es fundamental señalar, en primer lugar, que el modelo de , en su natural proceso de evolución, aprovecha los entornos virtuales con el único fin de favorecer la interacción y la independencia, como se expresó anteriormente, y en coherencia con lo expuesto por Garrison (1995).

Significa que se prioriza la participación del estudiante en su proceso de aprendizaje, colocando a su alcance los recursos y las actividades inherentes del currículo, y expandiendo el campo de acción a partir de las posibilidades de comunicación, colaboración y acceso a la información que las tecnologías brindan.

Asimismo, García et al. (2007) se refieren a otro elemento clave: «romper con la linealidad propia de toda secuencia temporal» (p. 83). Quiere decir que cuando nos referimos a los cambios que deben suceder al migrar de una oferta tradicional a una virtual, implica la interactividad y facilidad de la comunicación, como se ha indicado, y también cambios en el concepto del tiempo. Es preciso romper con los esquemas tradicionales de simultaneidad para ejecutar una actividad o proceso. En esto, García coincide, parcialmente, con José Silvio (2004), cuando este manifiesta que la educación actual es posible conceptualizarla a partir de tres variables: espacio, tiempo y virtualidad, y que la segunda nos permite ampliar las posibilidades de una comunicación sincrónica o en tiempo real a una comunicación o diferida.

A diferencia de García, la otra variable a la que hace referencia Silvio (2004) es el espacio. Él expone que, actualmente, el espacio es redefinido. Esto es, los procesos educativos pueden transitar de un mismo espacio o lugar en el cual están congregados todos los actores y recursos, a diferentes sitios en los cuales es posible ser parte del acto educativo, en tanto involucra el contexto en el cual se desenvuelven los actores.

Por último, Silvio hace referencia a la virtualidad. Él señala que esta es una consecuencia de la integración de tecnologías digitales en los procesos educativos y que estos pueden tener alta o baja virtualidad en la misma proporción en la que se incluyan computadoras, recursos digitales e internet. Cuando las tres variables (tiempo, espacio y virtualidad) son colocadas en un gráfico tridimensional, es posible observar combinaciones en las cuales se pueden, como lo indica Silvio (2004), «definir diversas situaciones de enseñanza y aprendizaje», modalidades con características distintivas. Observe la figura:

Imagen tridimensional con los 3 ejes cartesianos que representan el espacio, tiempo y virtualidad.
Figura 1.3. Espacio, tiempo y virtualidad en el aprendizaje. Silvio (2004, p. 20) adaptado por Ileana Salas Campos y Vivian González (2021)

Obsérvese en la figura tridimensional (Figura 1.3) que la combinación de mismo espacio, mismo tiempo y nulo uso de tecnología para virtualizar deriva en una educación no virtual, que puede ejemplificar la educación presencial. Un segundo ejemplo es cuando se combina los espacios y tiempos diferentes, pero los recursos y soportes no son digitales o computarizados; este modelo es la tradicional. La tercera ilustración puede ser la de la educación virtual presencial, que consiste en mantener a los actores en un mismo espacio y tiempo, aunque utilizando tecnología que les permite acceder a la información y relacionarse; para Silvio, este es el clásico laboratorio de cómputo. Una cuarta opción podría ser implementar espacio y tiempo diferentes, y un alto uso de tecnología para virtualizar, favoreciendo la creación de entornos de aprendizaje de alta virtualización (Silvio, 2004).

Los cuatro ejemplos anteriores no son únicos: las variantes se producen cuando se comienzan a relativizar los valores; además, tal como lo indica Silvio (2004), cuando las tres variables se relacionen con otros elementos del currículum, a saber: objetivos, contenidos, metodologías, recursos y procesos. El autor advierte que algunas posiciones son demasiado absolutas en cuanto a las modalidades, puesto que piensa que una oferta académica debe ubicarse en los dos extremos: es o no virtual. Empero, hay quienes promueven enfoques intermedios en los cuales es posible la combinación e integración de modalidades, con lo cual habría propuestas de entornos de aprendizaje virtual, como recursos complementarios a la modalidad presencial.

Partiendo de este último razonamiento, es posible explicar la creación de modelos de trabajo haciendo uso de las tecnologías y, sobre todo, del potencial de comunicación que brindan, tales como , y . García, Ruiz y Domínguez (2007) clasifican estas propuestas en el modelo basado en internet, gracias la digitalización y la ubicuidad como factores claves que les caracterizan. Revisemos brevemente cada uno de esos conceptos mencionados.

La traducción literal de e-learning es aprendizaje electrónico. Scholosser y Simonson (2006) lo definen como la interacción que realiza el estudiante con medios electrónicos con el objetivo de desarrollar una destreza o adquirir un conocimiento. Por su parte, Garrison (2005) indica que el «e-learning es un sistema de aprendizaje en red y on-line que tiene lugar en el contexto formal y que pone en juego toda una serie de tecnologías multimedia» (p. 18).

Advierte también que, más allá de facilitar el acceso a la información, el valor del e-learning radica en la comunicación interpersonal y en ofrecer una mejor interpretación y recreación de la información. García et al. (2007) exponen que a este modelo se le puede llamar también o enseñanza virtual, y le adjudica la posibilidad de resolver, por medio de él, la lentitud de respuesta o feedback que eventualmente han sido obstáculos difíciles de superar en los modelos a distancia previos a su incorporación.

Mujer que usa el teléfono inteligente con la aplicación de realidad aumentada - sistema educativo de la anatomía del cuerpo humano. Concepto futuro, médico y tecnológico.
Figura 1.4. Uso del teléfono inteligente con una aplicación del sistema educativo del cuerpo humano. © Zyabich / Shutterstock

El mobile learning o es una propuesta que, poco a poco, se ha impregnado en los modelos de . La causa de su principal auge es la expansión en el uso de teléfonos inteligentes y de tabletas, así como una creciente cobertura, a nivel mundial, de los servicios de telefonía celular e internet (Unesco, 2013). La Unesco (2013) ha definido ese tipo de aprendizaje móvil como aquel que involucra el uso de tecnología móvil y que, adicionalmente, puede ocurrir de varias maneras: accediendo a mediante los dispositivos, conectándose con otros y creando contenido, tanto dentro como fuera de los recintos de estudio. El principal atributo que se le otorga es la cobertura, ya que los estudios revelan que los teléfonos móviles son la tecnología de comunicación más expandida en la Tierra. García et al. (2007) afirman que esta modalidad de aprendizaje provee «máxima portabilidad, interactividad y conectividad» (p. 82), por lo cual hacen posible el aprendizaje en cualquier momento y lugar.

Por último, el blended learning se define como un diseño de aprendizaje que integra las fortalezas del aprendizaje cara a cara y en línea o electrónicamente, con el objetivo de direccionar el abordaje de las metas educativas (Garrison y Vaughan, 2008). La traducción literal del constructo es aprendizaje mezclado; empero, también se le conoce como una propuesta híbrida o semipresencial (García et al., 2007). Garrison y Vaughan manifiestan que si este modelo es bien entendido e implementado, puede derivar en una transformación de la educación superior no vista desde su expansión en los últimos años de la década de 1940. «El reto ahora es ganar un profundo conocimiento de la necesidad, potencial y estrategias del blended learning para enfocar los ideales de la educación superior» (2008, p. x). En este sentido García et al. (2007) expresan que el modelo permite, por una parte, aprovechar las tecnologías sin abandonar el contacto presencial y, por otra, ser una oportunidad de transición de la enseñanza presencial a la completamente virtual.

Finalmente, una pregunta es constante entre algunos académicos: ¿son la enseñanza y el aprendizaje en línea o llevados a cabo en entornos virtuales sinónimos de educación a distancia?

El creciente interés que actualmente tienen las instituciones, sobre todo las de educación superior, se fundamenta en las posibilidades de que, al promover las plataformas tecnológicas, como se indicó, rompen los conceptos de espacio y tiempo, procurando más interacción y acceso a la información. Esto no significa que ambos constructos sean sinónimos. La educación a distancia, en su natural proceso evolutivo, adopta las posibilidades que brinda el e-learning, soportada en tecnologías de información y de comunicación, en aras de maximizar el aprendizaje independiente y la creación de comunidades colaborativas, modificando las experiencias (Garrison, 2005, 2009).

Reunión de negocios online. Un joven empresario se comunica por videoconferencia con su equipo empresarial sobre una estrategia y un plan de trabajo.
Figura 1.5. Ejemplo de reunión en línea o videoconferencia. © Kate Kultsevych / Shutterstock

Confirmando la aseveración anterior, Garrison (2009) señala que es posible observar en publicaciones recientes una tendencia a homologar el aprendizaje y enseñanza en línea (e-learning) con la educación a distancia. Él, con base en Larreamendy-Joerns y Leinhardt y en su propia experiencia, afirma que la enseñanza y el aprendizaje en línea (e-learning) es descendiente de la instrucción asistida por computadora y de los sistemas de . Cuando estos dos últimos evolucionaron, coincidieron con las teorías constructivistas que proclamaban la actividad del estudiante y cuyo suelo fértil fueron las instituciones de educación superior, las cuales comenzaron a usarlo eficientemente para proveer, en principio, acceso e interactividad con el contenido (por ejemplo, soporte al estudio independiente). No obstante, Garrison advierte que más allá de esta razón, el fundamento de su uso debe estar basado en sus propiedades de conectividad y de colaboración, con el fin de alcanzar los más altos resultados educativos.

En el caso específico de la UNED, nuestro modelo a distancia usa las tecnologías, estructuras y recursos a su alcance para llegar al estudiantado y fortalecerse; la virtualidad es uno de ellos. Así entonces, su implementación en las asignaturas responde a la necesidad de acercamiento, de diálogo con el estudiante, de poder extender puentes de interacción y, por consiguiente, de cooperación, ampliando los escenarios de aprendizaje.

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