En los apartados anteriores nos dimos a la tarea de conocer cómo están unidas las piezas que reconocimos en la unidad anterior, con el fin de enterarnos cómo funciona el rompecabezas de la UNED, o al menos su proceso de gestión académica. Como hemos dicho ya algunas veces, es muy importante que todas las personas que trabajamos en el área académica estemos enterados de cómo se dan estos procesos, pues esto nos permitirá tener mayor claridad y, en definitiva, mejorar los servicios educativos que la UNED ofrece a su población estudiantil.
Justamente, en este último subapartado vamos a acercarnos a la figura más importante de todo este engranaje y alrededor de la cual debemos centrar todos nuestros esfuerzos como institución educativa: la persona estudiante de la UNED. Entonces, vamos a empezar mencionando muy rápidamente algunas de las instancias que se han creado en la UNED con el fin de acompañar y apoyar al estudiantado en todas las actividades concernientes a su vida universitaria:
Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES): desarrolla una serie de programas relacionados con la vida estudiantil y los cuales contribuyen con el desenvolvimiento pleno de sus potencialidades, de su formación profesional y humana. Esta dirección se divide en cuatro oficinas:
Como podemos ver, las personas estudiantes cuentan con varias oficinas que tienen como fin ampararlas y apoyarlas. Nosotros y nosotras, como personas funcionarias de la UNED, tenemos el deber de conocer estas facilidades, así como los derechos y obligaciones de los estudiantes, de manera que contribuyamos con el cumplimiento de estos.
Ahora bien, anteriormente comentamos que la persona estudiante es el componente central de nuestro modelo pedagógico, pero ¿sabemos qué significa esto? Desde nuestro modelo, la centralidad implica que esta debe tener la libertad de aprovechar al máximo los recursos que se le ofrecen, de planificar el progreso de su aprendizaje y de regular por sí misma, el ritmo y la calidad de sus avances. Implica, además, que todos los elementos del modelo pedagógico se piensen para ponerlos a disposición de esta, de manera que pueda gestionar su propio proceso de formación. Veamos:
En la unidad 1 estudiamos los principios de la educación de personas adultas y comentamos que, debido a la experiencia acumulada, estas tienen una forma particular de aprender, lo cual nos lleva a insinuar que están más en proceso de transformación que de formación.
El modelo pedagógico indica que la construcción del conocimiento se lleva a cabo mediante la generación de productos concretos, sobre todo de textos escritos, en los cuales se promueve la elaboración de posiciones propias con base en lo aprendido y no tanto en la repetición y memorización de información.
Al enfrentar la tarea académica, el estudiante aprovecha las destrezas que ha adquirido en el transcurso de su preparación formal e informal; éstas incluyen su capacidad para comprender textos académicos, para formular con coherencia sus ideas, para estructurar, percibir y enjuiciar razonamientos y para plantear, analizar y solucionar problemas; además, todo esto presupone autoconocimiento, estrategias metacognitivas, disciplina, así como eficiencia a la hora de planificar el trabajo y repartir el tiempo entre las tareas pendientes. (UNED, 2004, p. 28)
En los sistemas de educación a distancia, los contenidos y materiales:
La interrelación estudiante-docente que plantea la educación a distancia actual y futura, se caracteriza por las siguientes transformaciones:
En la siguiente unidad, profundizaremos sobre este tema y nos detendremos a conocer sobre todo, las funciones, características y competencias que deben tener las personas tutoras en la UNED.
El modelo pedagógico establece que, de acuerdo con las teorías socioculturales, toda construcción cognitiva tiene lugar primero en el cuerpo social y es interiorizada luego por el individuo e incorporada a sus estructuras de conocimiento. Por esta razón, se justifica la necesidad del aprendizaje colaborativo entre las personas estudiantes, el cual propicie el desarrollo de las capacidades de negociar, debatir y enfrentar crítica y colectivamente el conocimiento.
En los modelos de educación a distancia, el trabajo colaborativo se potencia sobre todo gracias al uso de diferentes dispositivos electrónicos y de internet, ya que el estudiantado puede tener acceso a grupos de trabajo similares, así como contacto más directo con comunidades de práctica de la profesión. Según el modelo,
este planteamiento incorpora otro conjunto de principios de aprendizaje, en especial el principio de actividad y la necesidad de valorar los conocimientos y experiencias previas del estudiante adulto. La colaboración o construcción conjunta avanza mediante la contrastación y negociación de significados; esto exige actividad permanente, actividad interior, el tipo de actividad que Ausubel diferencia de la mera manipulación física de objetos o de acciones, el tipo de actividad mental que exige el aprendizaje significativo (“disposición a establecer relaciones sustantivas con lo ya sabido”), de manera que lo ya sabido, los esquemas de pensamiento que el estudiante adulto trae y aporta son precisamente los que valora el grupo. (UNED, 2004, p. 35)
En el modelo pedagógico de la UNED, la evaluación de los aprendizajes está planteada como uno de los componentes transversales, y es uno de los temas más complejos y el cual ha presentado problemas difíciles de resolver a lo largo del tiempo, debido a que, por la naturaleza de nuestro modelo a distancia, hay una gran dificultad para comprobar y certificar los logros obtenidos de quien aprende.
Aunado a lo anterior, otro problema de la evaluación tiene que ver con el hecho de que “en nuestra universidad, se ha vivido un proceso de evaluación muy separado del proceso de aprendizaje, pues se ha reducido en muchos casos a que el estudiante, durante el cuatrimestre, envíe dos tareas y a que realice dos exámenes de forma presencial” (Salas, 2009, p. 1). En este sentido, es necesario que los equipos docentes de la UNED reflexionen sobre la centralidad de la persona estudiante que promulga nuestro modelo pedagógico, al asumir los principios de autoaprendizaje y de aprender a aprender durante toda la vida, y al incorporar el concepto de evaluación como regulación y autorregulación de los aprendizajes. De esta manera, la evaluación llegará a ser integral, durante todo el proceso de aprender, e integrada; es decir, no separada del proceso como momento de comprobación.
Dentro de esta perspectiva, la evaluación de los aprendizajes no puede consistir solamente en exigir a la persona estudiante que dé cuenta en un momento dado, de la información, conceptos o procedimientos que ha sido capaz de retener. En un modelo centrado en quien aprende, resulta esencial diferenciar lo que tradicionalmente se ha denominado “evaluación”, identificado con la habilidad de responder pruebas para obtener una calificación, de lo que venimos denominando “regulación de los aprendizajes” (UNED, 2004, citada por Salas).
Ahora bien, para lograr lo anterior, nuestro modelo pedagógico nos propone trascender a lo que se conoce como evaluación formativa, “entendida como una acción reguladora y autorreguladora de los aprendizajes” (UNED, 2004, p. 37), y para lo cual propone tres estrategias:
Si la evaluación se entiende de esta manera, entonces se convertirá en el elemento que dé sentido y dirección a la programación de cursos o asignaturas, al diseño de materiales, a la facilitación del aprendizaje por parte de las personas tutoras y, como fin último, a la formación de estudiantes capaces de seguir aprendiendo autónomamente.
Para reflexionar:
A partir de la experiencia que tiene desde su puesto, ¿qué aspectos mejoraría de las propuestas de evaluación de los cursos o asignaturas de la UNED? ¿Qué medidas concretas tomaría para lograr una mayor congruencia con el modelo pedagógico?Acabamos de ver cuál es la relación que, según nuestro modelo pedagógico, tiene la persona estudiante con los demás componentes. Antes de concluir la unidad, nos interesa que revisemos rápidamente cuáles son algunas características generales que posee una persona estudiante a distancia.
El perfil de las personas estudiantes de educación a distancia varía mucho en edad, tiempo disponible, antecedentes académicos y procedencia geográfica. Al respecto, Duart y Sangrá (2000) mencionan que en general el estudiantado dispone de poco tiempo, debido a sus múltiples ocupaciones, por lo que esperan invertirlo desarrollando actividades útiles y relevantes, que les lleve a la consecución del objetivo propuesto.
Aunado a lo anterior, nosotros agregamos que, como es de esperar, tienen características diferentes: personas que regresan a estudiar después de un período (corto o largo) de haber interrumpido su actividad académica, estudiantes que recientemente han concluido su educación secundaria, profesionales que deciden continuar sus estudios formales, personas trabajadoras que buscan un proceso flexible mediante el cual certificar sus conocimientos para escalar mejores posiciones laborales, estudiantes con capacidades especiales -físicas o de aprendizaje-, estudiantes aislados geográficamente, entre otras.
Para terminar, debido a las características comentadas anteriormente, se ha construido un perfil de lo que, se considera, debe cumplir una persona estudiante a distancia si desea alcanzar el éxito. Así, entonces, una persona estudiante de un sistema como el nuestro, deben caracterizarse por
Si bien es cierto que las anteriores pueden identificarse como las cualidades necesarias para tener éxito en cualquier ambiente de estudio, en el contexto de la educación a distancia se vuelven indispensables.