En las Ciencias Sociales, el racismo surge primero como determinismo biológico. Fue esbozado por el naturalista suizo Carl Linneo (1707–1778), a quien algunos consideran el fundador de la Antropología. Lanzó una teoría biológica, fundamentalmente esencialista: el ser humano está programado física, moral y mentalmente según el grupo al cual pertenece. Dicho de otra manera, según sus características fenotípicas, así su capacidad mental, así su carácter. En ese sentido dividió al ser humano en cuatro grupos, dando a cada uno atributos específicos.
El naturalista suizo Carl Linneo (1707–1778), en su obra Systema Naturae (1758), clasificó a la humanidad en cuatro grupos: el homo americanus (el indio originario de América) es obstinado, alegre, vago y sujeto a costumbres; el homo asiaticus (asiático) es en cambio melancólico, avaro y fastuoso y se rige por la opinión; el homo afer (negro) es perezoso, de costumbres disolutas, y se rige por lo arbitrario; y, el homo europaeus (blanco) es fino, ligero, ingenioso y se rige por leyes.
De modo que siglo y medio después de la hazaña de Colón, Linneo, en su obra Systema Naturae (1758) lanzaba la lógica racionalizadora del racismo, al clasificar a la humanidad en grupos, y atribuirle a cada uno una psiquis propia. Para él, el homo americanus (el indio originario de América) es obstinado, alegre, vago y sujeto a costumbres; el homo asiaticus (asiático) es en cambio melancólico, avaro y fastuoso y se rige por la opinión; el homo afer (negro) es perezoso, de costumbres disolutas, y se rige por lo arbitrario, y, por supuesto, el homo europaeus (blanco) es fino, ligero, ingenioso y se rige por leyes.
Desde luego que esta clasificación no es más que una elaboración ideológica desde el escritorio, por parte de un europeo con mentalidad colonialista. Sin embargo, la idea pasó a ser parte de la visión de mundo y la base doctrinaria del racismo, que se ha mantenido a través de la historia. Además, los atributos asociados a cada grupo humano, fueron considerados inmutables. La idea del determinismo biológico se generalizó y asumió un cientificismo alarmante. Los grandes teóricos de la Filosofía y de las nacientes ciencias sociales, la abrazaron con avidez.
Federico Engels en 1887 calificaba en términos muy despectivos al yerno de Marx, Paul Lafargue, un afrocubano. Sostenía que Paul tenía “un octavo o un doceavo de sangre de negro y en tal condición estaba un paso más cerca del reino animal que del resto de nosotros”.
Esta idea, incluso, se manifiesta en una fecha tan reciente como el 2007, en la boca de James Watson, uno de los descubridores del ADN. Este científico tan famoso ha reiterado comentarios controversiales a través de su vida, con contenidos sexistas y homofóbicos, al abogar por la eutanasia en caso de aislarse el gen que causa la homosexualidad. Expuso también en una conferencia en la Universidad de California en Berkeley sobre la supuesta relación entre hipersexualidad y melanina de la piel y la tristeza genética de los gordos. En una entrevista realizada por Charlotte Hunt-Grubbe en The Sunday Times (octubre, 2007) pregonó abiertamente su concepción racista. Declaró que el futuro del África y de los afrodescendientes se percibe gris, dado que hay diferencias insalvables entre la inteligencia de blancos y negros, determinadas genéticamente. Es decir, alega que los africanos y sus descendientes son genéticamente inferiores. Retoma así la vieja tesis que creíamos superada, sobre las supuestas diferencias cualitativas existentes entre las familias fenotípicas de la humanidad.
James Watson, biólogo molecular estadounidense (uno de los descubridores del ADN), declaró que el futuro del África y de los afrodescendientes se percibe gris, dado que hay diferencias insalvables entre la inteligencia de blancos y negros, determinadas genéticamente, en una entrevista publicada en The Sunday Times, en octubre del 2007.