No se puede alegar que la institución de la esclavitud, definida como la sujeción de un individuo o grupo y la explotación forzada y no remunerada de su trabajo, no hubiera existido en África. Sin embargo, aunque tomó diferentes formas concretas, todos ellas distan mucho de la esclavitud trasatlántica –la de América. Incluso, algunos autores consideran desafortunada que la terminología utilizada en Occidente no tenga mayor especificidad a la hora de abordar esta cuestión, en tanto que puede conducir a conclusiones erróneas. No es lo mismo la esclavitud en Egipto, por ejemplo, que la que se dio entre los antiguos sudaneses.
En África había esclavitud pero era muy diferente a la esclavitud trasatlántica (americana). Los esclavos no perdían su estatus de seres humanos, aunque tenían una relación de servidumbre hacia un señor.
En el antiguo Sudán, el Consejo de Estado era integrado por un presidente, un representante de los hombres libres sin casta, tres representantes regionales seleccionados de entre los hombres libres, dos representantes del clero (islámico) y representantes de los esclavos de la corona. (Diop 1991: 167). Sea que los esclavos tenían voz y voto en cuestiones del estado.
Entre otros pueblos africanos, encontramos notorias diferencias. Aleccionador sobre el tema es el hecho de que, en la última mitad del siglo XVII, Anteraschi, esclavo del Sultán de Bornu, fue designado como comandante en jefe del ejército. No obstante, siguió siendo esclavo del rey al frente de un ejército de hombres libres. (Hart 1984: 18).
En la última mitad del siglo XVII, Anteraschi, aunque era esclavo del Sultán de Bornu, fue comandante en jefe del ejército, hueste que estaba conformada por hombres libres.
Otro ejemplo interesante, dada la gran cantidad de personas de ese origen étnico que llegó al Caribe, lo constituyen los ashanti. Los esclavizados en la comunidad ashanti podían contraer matrimonio, ser propietarios, poseer su propio esclavo, e incluso heredar a sus amos (Hart 1984: 18). Puesto de otra manera, los esclavos no perdían su estatus de seres humanos, aunque tenían una relación de servidumbre hacia un señor. Generalmente, se esclavizaban los prisioneros de guerra, los deudores y los delincuetes.
Algunos africanos dieron testimonio de la esclavitud trasatlántica, comparándola con la africana. Tal es el caso de Ottabah Cugoamo, un fanti, quien en sus memorias publicadas en Londres en 1787 comparaba los dos sistemas, el original que él conocía en África y al que estuvo expuesto en el Caribe:
“Desde que yo recuerdo algunos de los africanos de mi país tenían esclavos, que capturaban en la guerra o por deudas; pero aquellos son tratados bien y se les cuida… Puedo asegurar que toda la pobreza y la miseria que cualquier habitante de África pueda sufrir es muy inferior a la que sufren en estas inhóspitas regiones de miseria en que viven en las Indias Occidentales, donde mayorales duros de corazón desconocen la ley de Dios y la vida de sus semejantes”.
Otro escritor africano que publicó sus memorias fue Olaudah Equiano, quien fue secuestrado de su aldea y reducido a la esclavitud, cuando era niño. Terminó en Barbados y en las Islas de Sotavento. Por una serie de mecanismos, logró comprar su libertad, colocándose como carguero en barcos mercantes y finalmente, pudo establecerse en Inglaterra. Publicó sus memorias en 1789, en las que compara los sistemas esclavistas de su pueblo y el que llegó a conocer en el Caribe.
“Con nosotros (los esclavos) no trabajaban más que los miembros de la comunidad, incluyendo a su amo; su alimentación ropa y alojamiento era casi igual a la del resto (excepto que no les era permitido comer con los nacidos libres)… Algunos de estos esclavos poseían esclavos de su propiedad, y para su propio uso” (Hart 1984: 38)
Se hace evidente que el sistema descrito por Equiano difiere mucho del sistema transatlántico.
Londres 1787, Ottabah Cugoamo, escritor fanti, comparó ambos sistemas, el africano y el trasatlántico, en sus memorias.