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Guía práctica para el abordaje de casos de discriminación étnica y racial
Herramientas prácticas para detectar situaciones de racismo y discriminación racial en textos, políticas, acciones y en las dinámicas cotidianas

Dentro de las herramientas con que contamos para detectar las situaciones de discriminación étnica y racial, cabe indicar las siguientes:

  1. La primera en la existencia de estadísticas y datos desagregados por origen étnico, que permitan medir la cantidad de personas pertenecientes a grupos étnicos y las condiciones socioeconómicas de esas personas en relación con el resto de la población.
  2. La segunda son estudios sobre derechos humanos, diagnósticos y percepción de la discriminación que nos indican la evolución, mecanismos y formas de discriminación étnica y racial existente en determinado contexto histórico.
  3. Los peritajes socioculturales de expertos en el tema, que se refieren a las particulares formas de discriminación étnica y racial y sus manifestaciones en las esferas política, económica y social.
  4. En cuarto lugar cabe referirse a la existencia de índices de discriminación y protocolos de atención que requieren de un desarrollo de los tres instrumentos anteriores.
  5. En quinto lugar es fundamental la identificación de la cantidad de políticas, acciones afirmativas, legislación y de fondos públicos destinados a grupos étnicamente diversos.
  6. Finalmente encontramos el uso del lenguaje como estructura básica del conocimiento y su relación con las dinámicas de las cuales se derivan la naturalización de nociones y creencias. A los usos del lenguaje nos referiremos en detalle, pues permiten la identificación concreta de consideraciones étnicas y raciales que devienen en resultados discriminatorios, y que no tienen ninguna justificación legitima.

Al ser la discriminación étnica y racial una construcción ideológica, la presencia de nociones y expresiones que refuerzan estereotipos y naturalizan las relaciones de dominio patriarcal y segregacionista, son en sí mismas elementos que atentan contra los derechos humanos, debido al impacto que tienen en la vida de los sujetos discriminados y en la sociedad.

En las siguientes líneas se esbozan una serie de ideas presentes en el lenguaje escrito, verbal y gráfico que se relaciona con identidades concretas (personas afrodescendientes, indígenas, migrantes y refugiados) y que implican una dimensión de dominio social.

Una de las muchas formas en las que la discriminación se expresa, es a través del lenguaje escrito. La manera en la que nombramos o nos dirigimos a las personas, refleja valores, creencias, prejuicios, estigmas y otros atributos. Es por esta razón, que una condición indispensable para identificar patrones discriminatorios es el lenguaje utilizado, el cual funciona como mecanismo que evidencia o enmascara la utilización de una serie de conceptos y visiones de mundo que reproducen conductas discriminatorias.

La existencia de determinado tipo de relaciones y condiciones sociales son factores que se expresan a través del lenguaje que es el medio por medio del cual comunicamos nuestras perspectivas de mundo y las concepciones a través de las cuales coexistimos. Lo anterior, aunado a que el mundo se escribe y se habla desde la perspectiva de la cultura dominante, evidencia la importancia de considerar el uso del lenguaje como un termómetro para medir la igualdad y la equidad social inserta en las visiones internalizadas por determinado pueblo o comunidad.

En este sentido los siguientes elementos tienen como propósito evidenciar los prejuicios y la discriminación étnica-racial presentes en el lenguaje escrito, hablado y en la representación gráfica, que permita a su vez desterrar formulas gramaticales, imágenes y practicas excluyentes, estigmatizantes y subordinantes.

Así mismo, pretende contribuir a transversalizar el enfoque de interculturalidad e implementar el artículo primero constitucional, contribuyendo a un efectivo acceso a la justicia, mediante la utilización de un lenguaje inclusivo e igualitario, que visibilice a las personas usuarias y funcionarias judiciales en igualdad de derechos y oportunidades libres de estereotipos y de cualquier forma de discriminación.

En ese sentido, una de las formas en que se manifiesta la discriminación étnica y racial son los apelativos por el aspecto físico, tales como el color de la piel y el fenotipo. Ejemplos de ello, es cuando utilizamos expresiones que esconden estereotipos y prejuicios, tales como:

  1. “La morena, el moreno; la negra, el negro; la nica, el nica; la colombiana, el colombiano; la india, el indio."

    Cuando se debería decir: Ana; Ricardo; Pablo o bien el señor; la señora; la señorita.

  2. “La nueva jefa es una chola; una nica; una colombiana; una negra; una india”.

    Cuando se debería decir: María Fernández es la nueva jefa, o bien, una señora es la nueva jefa del área de informática.

Referirse a la diversidad étnica y cultural simple y llanamente como minorías sin mencionar que forman una parte importante de la población nacional (7,8 % de personas afrodescendientes y 2% de personas pertenecientes a pueblos originarios) o representarlos de forma recurrente o exclusiva vistiendo ciertas indumentarias o realizando determinadas prácticas sociales o culturales, se constituye en una forma de lenguaje discriminatorio. Por eso, en toda comunicación al menos institucional debe evidenciarse la diversidad étnica, en equidad numérica, de género y de forma respetuosa, evitando en toda forma su ocultamiento, la folklorización y el desconocimiento de sus aportes.

Potenciar y perpetuar el papel de las diversidades culturales en determinados roles sociales incide de forma determinante en el desarrollo personal y la movilidad social y profesional. Por tanto, las expresiones que encasillen o etiqueten a personas pertenecientes a determinado grupo étnico en posiciones específicas fija la discriminación.

Expresiones tales como: “los negros solo sirven para bailar o para los deportes”; “todas las nicas son empleadas”; "los colombianos son narcos”. Implican fijar prejuicios raciales y desconocer la participación de las diversidades étnicas y culturales en sus diversos roles como ciudadanas, como empresarios, como profesionales, como funcionarios públicas y como usuarios. Esta forma de expresiones pueden utilizarse tanto de forma directa, como se muestra al inicio de este párrafo, cuanto en forma indirecta, cuando se asocia una condición étnica, origen nacional o el fenotipo con características que diferencian negativamente a estos sujetos del resto de la población, afectando sus derechos humanos.

Si las asociaciones, que utilizamos para definir si a una persona se le puede atribuir determinada conducta, se basan en el color, el origen nacional o étnico y hacen énfasis en consideraciones negativas, disminuyendo las positivas, debemos preguntarnos si estamos frente a una situación de discriminación, por ejemplo: la idea de que los jóvenes afrodescendientes son vagos y delincuentes, puede unirse a una condena penal o a la agravación de la pena.

Cabe indicar que imágenes gráficas (contenidas en folletos, informes, guías, formularios, solicitudes) que refuercen estos estereotipos, vacían al sujeto de su agencia y de su humanidad para caricaturizarlo, son una práctica excluyente que debe erradicarse y sustituirse por otras que reconozcan su participación en los diversos ámbitos (deporte, trabajo, voluntariado social, política, economía arte, etcétera).

Vincular directamente o indirectamente la diversidad étnica y la inmigración con el conflicto o la delincuencia, o con ciertas conductas consideradas no deseables, es otra forma de discriminación en el lenguaje. Por tanto, se deben evitar las generalizaciones especialmente cuando son descalificadoras. El lenguaje debe despojarse de toda connotación estigmatizante, tales como: el paisa (como narcotráfico), el jamaicano (mariguana), nica (como delincuente), el chino (como mafia), el indio (como tonto), el negro (como vago).

Los límites del humor tienen que estar marcados por la ética profesional y el respeto, de manera que no vaya ligado a la descalificación por razón de origen o de identidad cultural, étnica o religiosa. A través del humor, de manera imperceptible, se pueden perpetuar estereotipos que, históricamente han fundamentado situaciones de discriminación de diversos colectivos lo que se agrava en el caso de los programas y mensajes difundidos en los medios de comunicación.

En el caso de los contenidos de programas televisivos, algunos de los aspectos que nos permiten analizar el uso de un lenguaje que revele discursos discriminatorios son los siguientes: el momento y orden en que aparecen los personajes (indígenas, migrantes, refugiados, afrodescendientes) la duración y el tipo de escenas, la caracterización de los personajes y el contenido de sus diálogos.

A diferencia del lenguaje escrito, la televisión trabaja en múltiples dimensiones, así por ejemplo, a nivel visual, se trabaja el escenario de conformidad con unos objetivos concretos; escenario que a su vez, debe corresponder con el tipo de personajes que se van a representar.

Igualmente, a nivel de vestuario se trabaja la representación de los personajes, de acuerdo con su personalidad. Estos elementos proveen información que permitirá situar al personaje, tanto desde su caracterización, como desde su entorno. Por otra parte, el lenguaje gestual, expresiones orales y vestuario de los personajes son tan relevantes como la palabra, pues denotan situaciones concretas.

De forma general se puede decir que toda caracterización que acentúa las características negativas y atenúa las positivas tiene una función que respalda determinada ideología.

Es importante tomar en cuenta en este sentido que la caracterización de personajes a nivel de televisión se hace desde el lugar de un “nosotros”, pero este “nosotros” representa la norma social, esto es, el pensamiento del emisor dominante (hombre, heterosexual, blanco-mestizo) en relación con los dominados: mujer, afrodescendiente, maleku, bribri, nicaragüense.

En este sentido, los procesos de comunicación a nivel televisivo obedecen a modelos mentales que permiten comprender el lenguaje común y los códigos de nuestro entorno social. En ese sentido, las lógicas de los lenguajes de televisión, radio, prensa, actúan como modelos del contexto económico, político y social en el que se desenvuelven.

Por tanto, para la identificación de elementos discriminatorios se debe analizar:

  1. El uso de expresiones, palabras y formas del lenguaje oral cuya connotación es describir minimizando lo positivo y maximizando lo negativo.
  2. La forma en que se tipifica al personaje desde el lenguaje visual, oral y gestual.
  3. Los temas recurrentes y el contexto social en donde se ubica el mensaje,
  4. Así como la ideología que atraviesa ese mensaje dadas las consideraciones de los roles y normas sociales aceptadas en ese contexto.

La utilización de términos como “negro” o “indio” no consideran la forma en que las personas quieren ser denominadas y se autoidentifican, de manera que es indispensable abandonar el uso de estas palabras y expresiones, que están connotadas negativamente, como un paso fundamental para recoger y reconocer la diversidad, en ese sentido la expresión afrodescendiente y pueblos originarios y sus especificidades, por ejemplo, mujer bribri, hombre cabécar, niño maleku constituyen locuciones inclusivas y correctas que han sido adoptadas por las mismas personas como términos de reivindicación étnica y cultural, que reconocen su compleja diversidad y aportes culturales a la humanidad, locuciones que además han sido incorporadas oficialmente en los instrumentos internacionales de derechos humanos.