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IV

 RESISTENCIA Y RESILIENCIA DEL PUEBLO AFRODESCENDIENTE
Libertades negociadas

La negociación, en algunos casos, se daba por motivos circunstanciales, como cuando el africano Gasparillo negoció su libertad con el explorador Alonso Luis de Lugo, cuya expedición se encontraba necesitada de ayuda. El africano, quien tenía conocimiento de la región por una experiencia anterior, se ofreció a sacarlos del apuro con una condición “si vuestra señoría se sirviese de darme carta de libertad” a lo cual accedió de buena gana el español. (Friedemann 1993: 36)

Sabía usted

El camino legal para obtener la libertad era el de la coartación o manumisión de los esclavos que consistía en la compra de la carta de libertad por parte de los esclavos mismos, de manera directa o indirecta.

Pero las alternativas de liberación, como la que tuvo Gasparillo, constituyen las excepciones y no la regla. Conforme avanzó el proceso de la esclavitud y por los mestizajes estimulados en algunos casos, reprimidos en otros, pero constantes, se fueron dando más y más oportunidades de negociar la libertad.

El camino legal era el de la coartación o manumisión de los esclavos. Esto consistía en la compra de la carta de libertad por parte de los esclavos mismos, de manera directa o por interpósita mano. En algunos casos los familiares liberaban a los suyos, pagando el valor a los esclavistas. En otros, estos daban la “libertad graciosa” por motivos afectivos: en la pila bautismal un padrino o padre blanco, “por haberme amamantado cuando niño”, al final de los días por buenos servicios del esclavo, o de manera post mortem, había concesiones de cartas de libertad.

En otros casos, la libertad se otorgaba de manera limitada por premios o en ocasión de fiestas especiales, por ejemplo, los esclavos que fueron liberados por actos heroicos de guerra, por delatar traiciones o conspiraciones.

Recuerde

La “libertad graciosa” se daba por motivos afectivos: en la pila bautismal un padrino o padre blanco, “por haberme amamantado cuando niño”, al final de los días por buenos servicios del esclavo, o de manera post mortem, había concesiones de cartas de libertad.

Hacia finales del siglo XVIII, el sistema de mestización había llegado a ser tan avasallador que el estrecho límite de las castas tuvo que abrirse. Así, en la Real Cédula de Caracas, emitida en 1795, la Corona decidió permitir a la población mestiza ocupar puestos en la administración pública. Los criollos reaccionaron indignados ante lo que consideraban un atropello a sus derechos heredados, y solicitaron que dicha ley pasara al acervo de las normas que se acatan pero no se cumplen.

Incluso hubo libertos ricos, aunque no hay que sobredimensionar este aspecto. Se cita el caso de Miguel Ximénez, quien llegó a acumular una enorme fortuna de once mil pesos oro. Además, fue poseedor de doscientas mulas y trece esclavos. (Capitaine, en Martínez y Reyes, 1993: 139-140)

Protagonista

Miguel Ximénez, liberto rico, llegó a acumular una enorme fortuna de once mil pesos oro, doscientas mulas y trece esclavos.