El control es una acción que existe desde la antigüedad, ya que siempre se ha visto la necesidad de controlar las cosas que tenemos y las acciones que hacemos.

El crecimiento de las organizaciones en todos sus procesos y en sus relaciones con otras ha obligado a las mismas a establecer planes y herramientas que les permitan controlar sus activos y sus recursos, entre otros.

Es conocido que desde hace muchos años atrás ha existido la rendición de cuentas como mecanismo de control, sin embargo hasta finales del siglo XIX se presentó la preocupación de los empresarios por definir sistemas que les ayudaran a proteger sus intereses.

Cuando se comenzaron a crear empresas de gran tamaño, esto debido al aumento de la producción, fue necesario que los dueños de estas organizaciones crearan sistemas y controles que minimizaran los fraudes. El desarrollo industrial generó que las operaciones de las organizaciones fueran mucho más complejas, llevándolas a implementar mecanismos de control en sus procesos.

Debido a la presencia de movimientos de dinero ilegales, malversaciones y otro tipo de delitos en las empresas, desde la década de los 70, se generó la necesidad de conocer herramientas que impidieran estas situaciones. Inicialmente esta temática de control interno se reservaba exclusivamente para los contadores, pero posteriormente fue evolucionando para convertirse en lo que actualmente se conoce como sistema de control interno. Este sistema debe ser conocido y liderado por los directivos de una organización ya que incluye todas las áreas de esta, entre las que se encuentra, la parte contable, financiera, de recursos humanos y administrativa en su generalidad. El fin del control interno es promover la operación eficiente de una organización.