El origami aparece en Japón en el siglo XII y se utilizó con un sentido ceremonial y religioso, se ofrecían ofrendas especiales, hechas con esta técnica, en determinadas celebraciones. En sus inicios, se usaba una hoja de papel rectangular, en posición horizontal, llamada “Tantegami”, que se doblaba por la mitad para iniciar con la construcción de las diversas formas de animales, flores y diagramas. Esta tradición se transmitió de generación en generación, por lo cual se popularizó en todo el mundo y se convirtió en un pasatiempo.
La palabra procede de los vocablos japoneses “oru” (plegar) y “kami” (papel), por eso es que al origami se le conoce también como el arte del plegar el papel.
El plegado de papel fue incorporado por primera vez, en el campo de la educación, por el pedagogo alemán Fröbel, como técnica de enseñanza de la matemática en los jardines de niños y, posteriormente, fue utilizado como un recurso terapéutico en la atención de personas con necesidades especiales.
En 1764 se publicó el primer libro de origami llamado “Tsutsumi musibi no ki” con doblados ceremoniales, posteriormente se publicó el “Senbazuru Orikata” que contenía modelos origami. En Europa, en los siglos XVI y XVII el origami se popularizó con la tradición de doblar servilletas en forma de animales, barcos, flores, entre otros, para decorar la mesa de la nobleza y realeza.
En 1950, el japonés Akira Yoshizawa creó un código internacional para unificar los dobleces del origami; posteriormente, otras personas descubrieron nuevos procedimientos para hacer figuras con movimiento y de formas diferentes como: cuadrados, triángulos, hexágonos, entre otros.
En España, el origami lo introdujo el escritor español Miguel Unamuno, en la década de los treinta del siglo XX y publicó varios libros de plegado de papel, entre ellos el ensayo “Amor y Pedagogía”.
En América Latina, al origami se le conoce con el término de papiroflexia y fue popularizado, a inicios del siglo XX, por los argentinos Vicente Solórzano Sagredo y Ligia Montoya, quienes practicaron este arte.
Finalmente, aunque en el origami tradicional no se aceptan cortes en el papel ni el uso de pegamentos, en los últimos años esta posición ha sido cuestionada, ya que se ha dado lugar a la creación de obras monumentales construidas solo con papel.