“El futuro no es solamente lo que “puede pasar” o lo que es más probable que ocurra. Es también en una proporción, lo que habremos querido que fuera” (Berger,1959)
El aumento del crimen organizado y la delincuencia común afecta la situación de inseguridad de un país. Esta realidad tiene un impacto negativo en el progreso de nuestra sociedad y en la confianza en las fuerzas policiales encargadas de la seguridad. La responsabilidad de encontrar soluciones integrales a los problemas de seguridad recae en el Estado, lo que implica la implementación de políticas públicas efectivas que aborden la seguridad de manera estructurada. Estas políticas públicas deben alinearse con la visión y los principios del Estado, pues la lucha contra el delito no puede depender exclusivamente de las ideas políticas de turno, sino de estrategias basadas en evidencia y planificación a largo plazo.
Tal como lo detalla el padre de la inteligencia estratégica, Sherman Kent (1965):
Uno de los problemas más persistentes y difíciles en la administración de la inteligencia es decidir qué temas específicos deben ser monitoreados, informados o convertidos en objeto de investigación descriptiva o especulativa. Igualmente, complicado es determinar el orden de prioridad de estos temas. La cuestión es que la inteligencia siempre está completamente ocupada, pero casi exclusivamente en unos pocos asuntos de verdadera importancia nacional. Al mismo tiempo, debe estar preparada para abordar una gran cantidad de temas.
Esta reflexión destaca la complejidad de gestionar la información en materia de seguridad, lo que subraya la necesidad de contar con procesos estructurados que permitan optimizar el uso de los recursos disponibles. En ese contexto, la inteligencia policial es fundamental para proteger y mejorar la seguridad ciudadana.
Por otra parte, la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional de Colombia (2010), explica qué la inteligencia para la seguridad ciudadana no se centra en analizar el delito después de que ocurre, sino en identificar las causas y dinámicas que generan desorden social. Su propósito es intervenir de manera anticipada para prevenir que estas situaciones evolucionen en actos de violencia y criminalidad que pongan en riesgo la vida, la integridad y el patrimonio de las personas.
Contar con una capacidad de inteligencia efectiva se vuelve esencial para prevenir y combatir el crimen y la delincuencia en un entorno donde los delitos se están volviendo cada vez más complejos y sofisticados. La función de la inteligencia como proceso radica en la elaboración mental (razonamiento, pensamiento lógico, resolución de problemas) de antecedentes y la planificación de diferentes acciones. El objetivo principal es recopilar datos, transformarlos en información y convertirlos en conocimiento, generando así la inteligencia necesaria para la toma de decisiones. Esta capacidad se aplica tanto en el ámbito preventivo como en el apoyo a las investigaciones criminales, ya sea participando o investigando en dichas situaciones.
Lo mencionado anteriormente, se enmarca en la jerarquía del conocimiento, conocida como DIKW por sus siglas en inglés (Data-Information-Knowledge-Wisdom), la cual representa los diferentes niveles que atraviesa la información, desde su estado inicial de datos hasta alcanzar un nivel más elevado de sabiduría. En el contexto de nuestro estudio, nos referiremos a “sabiduría” como “inteligencia”, que representa el conocimiento objetivo de un hecho. Esta jerarquía tiene como objetivo centrarse en la gestión del conocimiento y brindar una base sólida para comprender cómo se sustenta la toma de decisiones organizacionales en sus diversos niveles: estratégico, operativo y táctico. Al aplicar este marco en la función policial, se garantiza que la información recopilada no se limite a datos dispersos, sino que sea procesada y contextualizada de manera rigurosa, facilitando la formulación de estrategias de seguridad más efectivas oportunas y confiables.

La jerarquía del conocimiento para la aplicación del Ciclo de la Inteligencia Policial es una herramienta necesaria, ya que a través de este ciclo se logra la transformación esencial para la producción de inteligencia. Este proceso se puede explicar de la siguiente manera:
Los datos (data) son hechos, observaciones, acontecimientos y actividades recopiladas que, por sí solos, carecen de contexto e interpretación, y no están organizados ni procesados; pueden ser numéricos o textuales. Cuando estos datos se estructuran y responden preguntas clave como ¿Quién?, ¿Qué?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Por qué? y ¿Cómo?, se convierten en información. Finalmente, el conocimiento representa el saber hacer (know-how) que posibilita la transformación de la información en instrucciones estratégicas, facilitando así la producción de inteligencia policial efectiva.
A continuación, se muestra un ejemplo de lo mencionado anteriormente.
Concepto | Descripción |
DATOS | Una persona analista de inteligencia policial recopila datos de múltiples fuentes, como informes de campo, registros financieros, registros de comunicaciones, datos de redes sociales y registros de antecedentes policiales y penales. Estos datos incluyen información sobre actividades sospechosas, conexiones entre individuos y organizaciones, movimientos financieros, así como patrones de comportamiento y estadística. |
INFORMACIÓN | Los datos recopilados se procesan y se les proporciona contexto. Por ejemplo, los registros de comunicaciones y los informes de campo se analizan para identificar posibles actividades delictivas o amenazas. Los registros financieros se examinan en busca de transacciones sospechosas que puedan estar relacionadas con actividades criminales. Esta transformación de los datos en información permite comprender mejor los patrones, relaciones, vínculos entre personas, tiempos, eventos y seleccionar la información que sea necesaria y relevante para el caso. |
CONOCIMIENTO | El conocimiento se adquiere a partir de la integración de la información seleccionada para identificar patrones sobre estructuras, organizaciones, funcionamiento, flujo de las redes criminales. Las personas analistas de inteligencia policial utilizan técnicas de análisis como el análisis de redes y vínculos, para extraer conocimientos significativos. Por ejemplo, pueden identificar y analizar las relaciones entre objetivos de interés, contactos, asociaciones, eventos, actividades, organizaciones y redes que determinarán los vínculos claves o significativos. Este conocimiento les permite comprender la dinámica del crimen y tomar decisiones informadas para abordar y prevenir futuras amenazas. |
INTELIGENCIA | Entendida como el producto del procesamiento y análisis sistemático de información, se basa en el conocimiento y la experiencia acumulada. Es importante aclarar que la inteligencia no es lo que se reúne, sino lo que se produce a partir de datos e información contextualizada. En el ámbito policial, este producto permite evaluar escenarios, identificar áreas de mayor riesgo, tomar decisiones estratégicas, priorizar recursos y diseñar estrategias de intervención y prevención del crimen más eficientes. Además, la inteligencia generada puede fortalecer la comunicación y colaboración con otras agencias, lo cual resulta clave para enfrentar amenazas a nivel nacional e internacional. |
En el ámbito de la inteligencia policial y las necesidades relacionadas con la Seguridad Ciudadana, el "Ciclo de la inteligencia", se presenta cómo el método fundamental para la gestión del conocimiento dentro de las organizaciones. Su propósito es optimizar el uso del conocimiento para mejorar el rendimiento institucional y facilitar la toma de decisiones en sus distintos niveles. A través de este proceso técnico, la jerarquía del conocimiento se somete a distintas etapas y fases para llegar a un producto final denominado "inteligencia".
Las etapas y fases del ciclo pueden variar según las necesidades y particularidades de cada organización, usualmente varían de cuatro a seis etapas: dirección, recopilación, procesamiento, difusión. Estas etapas y sus fases serán detalladas en el siguiente capítulo, pero, de manera general su importancia en la actividad policial se refleja en los siguientes aspectos clave:
- Estructura metodológica y transformación de información en inteligencia: El ciclo de la inteligencia proporciona un marco metodológico basado en un proceso técnico organizado que permite la búsqueda, recopilación y procesamiento de información. Su objetivo es garantizar que la producción y el uso de productos de inteligencia se realicen de manera válida y efectiva.
- Identificación de amenazas y planificación operativa: A través del uso de técnicas y herramientas especializadas, el ciclo de la inteligencia facilita la identificación de organizaciones criminales, estructuras delictivas y perfiles de personas sospechosas. Esto permite a las autoridades adoptar medidas preventivas y diseñar operativos con un enfoque estratégico.
- Comprensión integral de riesgos y amenazas: Este proceso permite a la policía mejorar su capacidad, efectividad y eficacia en la gestión de la seguridad. La correcta identificación y análisis de riesgos contribuye a una toma de decisiones informada, favoreciendo la implementación de estrategias preventivas y de respuesta que minimicen los efectos negativos sobre la seguridad ciudadana.
- Legitimidad y confianza en la función policial: La producción de inteligencia basada en estándares técnicos fortalece la legitimidad institucional y la confianza de la ciudadanía en la función policial. En particular, los servicios de inteligencia deben garantizar que todas sus actividades se realicen con estricto respeto por los Derechos Humanos y en concordancia con principios éticos y legales.
- Interoperabilidad y calidad en la comunicación interinstitucional: Los productos de inteligencia permiten mejorar la comunicación con otras organizaciones, facilitando la cooperación y el intercambio de información bajo estándares de calidad como la veracidad, la oportunidad y la confiabilidad.
En este contexto, el papel de la inteligencia en la gestión policial no solo se limita a la producción de información, sino que también se vincula con la capacidad de aumentar la eficiencia y la eficacia institucional. La eficiencia, se entiende como la "capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado o lograr los resultados deseados con el mínimo posible de recursos" (Real Academia Española, 2023). Por su parte, la eficacia hace referencia a la “capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera” (Real Academia Española, 2023). Sin embargo, el concepto de eficacia en inteligencia ha sido objeto de múltiples interpretaciones y debates.
A continuación, se le presentará la opinión de un experto internacional en el tema de Inteligencia Policial sobre lo que define a la inteligencia policial, así como su importancia en el proceso de producción de información:
Un estudio reciente realizado por Gideon Manger (2024) ha aportado una valiosa reflexión sobre la eficacia de la inteligencia, identificando cuatro paradigmas clave en su evaluación. Cada uno de estos paradigmas ofrece una perspectiva distinta sobre cómo entender el impacto y el valor de los productos de inteligencia dentro de las organizaciones policiales.
- Utilidad de la inteligencia: Este es el paradigma más utilizado en la literatura y se refiere a la contribución de las organizaciones de inteligencia a los objetivos de seguridad deseados. La eficacia en este caso se mide por el grado en que la inteligencia apoya la toma de decisiones, ayudando a los responsables a prevenir o reducir el delito. Por ejemplo, una unidad de inteligencia que proporcione información clave sobre las actividades de una banda delictiva, permitiendo la intervención antes de que se produzca un evento delictivo, muestra cómo la inteligencia es útil para la consecución de un objetivo de seguridad.
- Fracaso de la inteligencia: En este paradigma, la eficacia se evalúa a partir de la capacidad de la inteligencia para evitar sorpresas. El "fracaso" ocurre cuando la inteligencia no puede predecir con precisión los eventos, lo que pone a los responsables de la toma de decisiones en una posición reactiva en lugar de proactiva. Un ejemplo clásico sería el caso de un atentado o crimen que no fue anticipado por las fuerzas de seguridad, a pesar de la existencia de información relevante que no fue correctamente procesada ni utilizada, como los atentados contra las torres gemelas (11-S).
- Precisión: Este paradigma se enfoca en la capacidad de los productos de inteligencia para predecir con exactitud los eventos futuros. Reconoce que toda predicción conlleva una incertidumbre inherente, y la eficacia radica en cómo se comunica esa incertidumbre a los tomadores de decisiones mediante niveles de confianza y probabilidades. Por ejemplo, un análisis que predice la alta probabilidad de que un grupo criminal intente tomar el territorio de otro grupo, lo que incrementaría los homicidios en una zona específica. Este análisis también podría identificar las posibles víctimas colaterales, como miembros de la comunidad o familiares, que podrían verse involucrados en estos enfrentamientos. Al comunicar claramente las probabilidades y los riesgos asociados, el análisis ayuda a las autoridades a tomar decisiones informadas sobre las estrategias de intervención necesarias para prevenir o mitigar estos eventos.
- Rigor: Este paradigma destaca la importancia de los procesos rigurosos en la producción de inteligencia. La eficacia aquí se mide por la calidad del análisis, que debe ser realizado con métodos sistemáticos, utilizando técnicas analíticas estructuradas que minimicen los sesgos y errores cognitivos. Sin embargo, hay un debate sobre si la estricta adherencia a las metodologías puede limitar la flexibilidad necesaria para adaptarse a situaciones complejas o inciertas. Un ejemplo podría ser el de una agencia de inteligencia recibe rumores sobre un posible enfrentamiento entre grupos criminales en disputa por territorio. Aunque no hay evidencia concreta, los analistas aplican un proceso riguroso con técnicas como el Análisis de Hipótesis Competitivas (ACH) para evaluar las opciones y reducir sesgos, brindando una evaluación más precisa para que los tomadores de decisiones actúen de manera informada.
Interrelación de los paradigmas: El análisis de Manger muestra que estos paradigmas no son independientes entre sí, sino que están interconectados. Una mejora en el rigor y la precisión de los procesos analíticos puede llevar a una mayor utilidad de la inteligencia y a la reducción de los fracasos en la predicción de eventos futuros. Además, la precisión y el rigor también contribuyen a una mayor confianza en los productos de inteligencia, lo que optimiza su utilidad en la toma de decisiones operativas y estratégicas.
En resumen, la eficacia de la inteligencia no debe entenderse como un concepto aislado o un único objetivo, sino como un proceso dinámico que involucra múltiples dimensiones interrelacionadas. El estudio de Manger subraya la importancia de un enfoque equilibrado que combine utilidad, precisión y rigor, lo cual puede fortalecer significativamente la capacidad de las organizaciones de inteligencia y mejorar la seguridad pública y la efectividad de las estrategias policiales.