Una vez hecha la reflexión, veremos que a partir de estos principios epistemológicos se desprenden aspectos fundamentales que deben transversalizarse, en cualquier propuesta educativa. Más aún, en aquellas que contengan el componente de educación a distancia con personas adultas (UNED, 2007):
La persona aprendiente necesita sentir que su experiencia tiene un valor, esto contribuye al desarrollo de un autoconcepto positivo y una alta autoestima. Ambos principios permiten la incorporación a diferentes ambientes de aprendizaje y a los procesos de cambio que demandan las diversas problemáticas de nuestro contexto.
El aprendizaje adulto tiende a centrarse en los problemas, las tareas, las necesidades y los significados propios de la situación vital actual del individuo. Por esto, debe considerarse que su motivación a aprender aumentará cuando se presenten experiencias estrechamente relacionadas con sus tareas actuales y sus funciones, tanto sociales como profesionales.
El aprendizaje del adulto se facilita cuando la persona puede integrar su experiencia pasada con la actual práctica formativa; de manera que los objetivos, contenidos y estrategias tengan un sentido personal y no sean simplemente para cumplir un temario.
Las experiencias de aprendizaje deben tener como centro al aprendiente; de manera que se involucre activamente en su proceso educativo, al desarrollar conocimientos, habilidades, destrezas, valores y actitudes, que resulten funcionales en la sociedad en que se encuentra. No es un receptor pasivo de información.
Tres componentes afectan la motivación, a) El impulso cognitivo, producido si el educando encuentra la tarea interesante o relacionada con la necesidad de competir del individuo; b) el ego, asociado con factores de estatus como la autoestima, el sentirse adecuado y el tener éxito, evidentes por medio de la obtención de calificaciones altas, los elogios y otras recompensas, estos factores afectan al estudiante de manera indirecta; y, c) la afiliación, la cual busca la aprobación de los demás (Howe, 2000).
Todos los procesos didácticos deben expresar un esfuerzo consciente por mejorar el conjunto de capacidades que contribuyen al buen rendimiento académico. Entre estas, se dará prioridad al desarrollo del pensamiento formal, relacionada con el dominio del lenguaje natural, la comprensión de textos académicos, especialmente y la elaboración de redacciones propias; al planteamiento y la resolución de problemas; al dominio de herramientas para la representación visual y auditiva; a la planificación y organización del estudio; el autoconocimiento, la disciplina y la metacognición.
La manera cómo las experiencias educativas formales influyen sobre el crecimiento personal, está fuertemente condicionada por los conocimientos previos. “El aprendizaje de un nuevo contenido es, en último término, el producto de una actividad mental constructiva que lleva a cabo el alumno, actividad mediante la cual construye e incorpora a su estructura mental los significados y representaciones relativos al nuevo contenido. Ahora bien, dicha actividad mental constructiva no puede llevarse a cabo en el vacío, partiendo de la nada” (López, 2009, p. 5).
Es necesario conocer cuáles son las habilidades que el aprendiente ha desarrollado exitosamente y, también, cuáles puede llegar a alcanzar, con el apoyo de otras personas. La ZDP explicaría los progresos en la construcción del conocimiento que las personas van realizando, a partir de las interacciones con otros individuos que poseen mayor experticia y de la ayuda adecuada de los mediadores, en relación con dichos progresos. Así, no solo la construcción del conocimiento sería un proceso, sino también la ayuda pedagógica que se realiza para llegar a esta zona.
“La posibilidad de construir un nuevo significado, de asimilar un nuevo contenido; en definitiva, la posibilidad de aprender, pasa necesariamente por la posibilidad de ‘entrar en contacto’ con el nuevo conocimiento” (López, 2009, p. 5). “La asimilación se lleva a cabo cuando los individuos utilizan sus esquemas existentes para dar sentido a los acontecimientos de su mundo. Implica tratar de comprender algo nuevo al ajustarlo a lo que ya conocemos” (Woolfolk, 2010, p.33).
El contenido debe ser significativo para la persona aprendiente, quien debe estar dispuesto a hacer el esfuerzo de asimilarlo. Esto exige que los contenidos tengan una estructura lógica, sin confusiones ni arbitrariedades. Es decir, dicha estructura debe ser asequible, para poder relacionarla con los conocimientos previos. El papel de los aspectos motivadores y la actitud favorable son muy importantes para asimilar los contenidos, mediante el esfuerzo que supone relacionarlos con los aprendizajes adquiridos.
Este principio recibe una especial atención en la educación a distancia, ya que “debe considerarse que, por las características asociadas al ciclo vital de esta etapa, las personas aprendientes se encuentran inmersas en otros roles: son personas casadas, padres, empleados, empresarios, líderes, etc., y, secundariamente, son estudiantes. Consecuentemente, las experiencias de aprendizaje deben, primero que todo, relacionarse con estos contextos y, después, no ocupar más tiempo del que merecen. Así las cosas, se trata de brindar espacios de calidad y no de cantidad” (Obando y Salas, 2015, p. 144).
Significa “tener conciencia de cómo uno aprende, de los mecanismos que está usando, de cuáles son las maneras más eficaces para aprender, donde se destaca la manera de entender, analizar y aprender las cosas del exterior por los medios que a cada uno le parezcan convenientes o cómodos. Como por ejemplo el hacer esquemas. El aprendizaje es un proceso individual y cada persona debe optar por su método de estudio y aprendizaje. Por tanto, es necesario en cada proceso de aprendizaje descubrir, crear e inventar, los medios que le permiten seguir con los procesos de asimilación y acomodación intelectiva de un modo intermitente” (Wompner y Fernández, 2007, párr. 8).
Debe cumplir una función de autorreguladora durante el proceso de aprender y debe ser llevada a cabo, esencialmente, por el propio aprendiente, pues es él quien, en última instancia, tiene la posibilidad de evaluar sus procesos, con el apoyo de la realimentación de los pares y del mediador. Se deben considerar la evaluación diagnóstica, la autoevaluación y la heteroevaluación de los diferentes procesos.
La comunicación en la educación a distancia debe cumplir con características que permitan el acercamiento de las personas participantes. Debe propiciar una interacción permanente, sincrónica o asincrónicamente, entre aprendientes, especialistas y materiales didácticos. Además, es necesario que facilite la realimentación, para valorar las diferentes etapas de los procesos de aprendizaje.
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¿Cuáles, de estos principios de educación de adultos, le parecen más importantes? ¿Por qué?
¿Cuáles incluye en su mediación pedagógica, actualmente? ¿Por qué?
¿Cuáles, de estos principios, considera más difíciles de integrar en la educación a distancia? ¿Por qué?
Para ampliar sobre la temática de educación de adultos le invitamos a ingresar al artículo “Un acercamiento al aprendizaje de las personas adultas: apuntes para re-pensar la mediación pedagógica”.
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