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Valoración del lenguaje

Según Chevrie-Muller y Narbona (2001), “el momento ideal para evaluar las aptitudes lingüísticas del niño es cuando se produce el lenguaje espontáneo” (Madriz y Sibaja 2013: 202). En este caso, el docente preescolar puede aprovechar los espacios de juego reconocidos por el estudiante con estrategias lúdicas que, además, sean interesantes y divertidas, para que el estudiante se exprese oralmente, lo que posibilita la identificación de las dificultades en el lenguaje o el habla.

Aunado a esto, Leiva (2013: 24) señala que la valoración “permite conocer las habilidades y las limitaciones presentes en la comunicación del individuo y, desde ahí, fortalecer las dificultades apoyándose en las capacidades detectadas” como se desprende del texto, este tipo de valoración se interesa por los procesos que se dan en la interacción entre el docente que aplica la muestra y el estudiante; además de las conductas y variables contextuales que los rodean.

Por tal razón, sustentado en Puyuelo, Rondal & Wiig (2000) “la obtención de una muestra del lenguaje en una sesión de juego interactivo, constituye un valiosísimo recurso para el conocimiento y la descripción del desarrollo del lenguaje de una persona” (Madriz y Sibaja 2013: 202)