32 Ricardo Fernández Guardia

Busto de Ricardo Fernández GuardiaEscritor e historiador costarricense, nació en Alajuela el 4 de enero de 1867. Hijo del educador, abogado, periodista y diplomático, León Fernández Bonilla e Isabel Guardia Gutiérrez, hermana del general Tomás Guardia, quien gobernará a Costa Rica durante el periodo 1870 a 1882.

Estos antecedentes familiares determinan la trayectoria de Ricardo Fernández en la política, la literatura y la recuperación histórica, lo cual propicia sus intereses desde muy joven, en ello intervienen las ocupaciones diplomáticas de su padre y la temprana muerte de su madre, por lo que se traslada a Francia, donde cursará los primeros años de formación y terminará por adoptar la cultura de aquel país como referente que definirá su personalidad y gustos.

Al volver a Costa Rica, con 11 años, apenas se podía dar a entender con su propia familia, pese a ello, ingresa al Instituto de Alajuela a culminar su formación inicial. Estos primeros años serán convulsos en la vida del futuro escritor, tal y como señala Soto (2014):

Su vida familiar estuvo matizada por conflictos políticos entre su padre y su tío, la crianza bajo la tutela de terceras personas, constantes cambios de residencia, viajes y tener que adaptarse a diferentes ambientes y culturas. Todo esto coadyuvó al moldeamiento de una personalidad particular. (p. 404)

La influencia de su padre será decisiva y con apenas 16 años marchará de nuevo a Francia, ejerciendo en esta oportunidad como su secretario. Solo tres años más tarde es nombrado subsecretario de Relaciones Exteriores por el entonces presidente general Bernardo Soto Alfaro, por lo que permanecerá en París, Londres y Roma. Sobre el desarrollo de la personalidad y gustos desarrollados en el contexto de la Europa del siglo XIX, Coto (s. f.) relata:

Dada la posición de su progenitor, el señor Fernández Guardia se vincula con hombres ilustres de las ciencias y las letras y del contacto con asuntos propios de las relaciones internacionales. Por lo cual va surgiendo en él, organizadamente, el hombre observador y discreto, al mismo tiempo, que adquiere en su personalidad ciertas características las cuales, pasados los años, nos lo presentarían con ese inconfundible sabor francés presente en su obra literaria de los primeros años y que conservaría él mismo hasta el fin de sus días. (párr. 3)

Tras su regreso al país en 1892, y en el contexto de la suspensión de las garantías constitucionales y la disolución del Congreso durante la administración de José Joaquín Trejos, Ricardo Fernández encabezará las críticas contra el Gobierno, situación que, finalmente, le traerá como consecuencia el encarcelamiento y su exilio a Nicaragua.

A la salida de Trejos y la llegada a la presidencia por dos periodos consecutivos de Rafael Iglesias  Castro (1894-1902), Ricardo Fernández ocupará nuevamente funciones diplomáticas, continuadas también durante la primera administración de Cleto González Víquez y Rafael Ángel Calderón Guardia. Representando a Costa Rica en Honduras (1904), Panamá (1920), México (1921), España (1941) y actuando como ministro plenipotenciario en Guatemala (1944).

También, a su regreso al país, contrae matrimonio con Ana Peralta Sancho en diciembre de 1893. Un año más tarde, publica su texto Hojarasca, considerada su primera obra literaria; no obstante, será Contes et poèmes (cuentos y poemas) su verdadero primer texto, escrito en francés y sin traducción hasta ahora, fue publicado en 1884 en la ciudad de París.

Seguidamente, publica Cuentos ticos en 1901, y un año más tarde, Magdalena, considerada la primera obra de teatro costarricense. En 1920, publica el cuento La miniatura y su última obra, Espigando en el pasado, en 1946.

En estas obras de carácter literario, representará los intereses y cosmovisión de la Generación del Olimpo, grupo de intelectuales ligados a los principios liberales y la oligarquía cafetalera, perfilando en sus obras la identidad costarricense en torno a los ideales de orden, progreso, libertad y civilización, todos ellos, además, estrictamente asociados con la cultura europea —principalmente francesa—, urbana y laica.

En ese sentido, Ricardo Fernández, se encargará de dibujar desde sus obras el imaginario de un progreso en torno a la producción del café, así lo establece Cuhna (2022):

La mayor parte de los escritores de la “generación del Olimpo” (a pesar de las diferencias existentes entre los mismos miembros de dicha generación) se dedicaron a establecer distinciones entre el mundo urbano y el mundo rural de la Costa Rica del cambio de siglo, y se detuvieron a presentarnos con detalle a estos campesinos pequeños y medianos productores que comenzaban a acumular un pequeño capital, pero que conservaban estilos de vida rurales y poco “cultos” o “civilizados”, anteriormente también asociados con los estratos sociales más pobres. (párr. 6)

De esta manera, su vínculo con la oligarquía cafetalera y los ideales academicistas y urbanos hace que tras la publicación de La hojarasca se convierta en protagonista de una polémica que divide a los escritores de la época entre liberales y nacionalistas, siendo Fernández de los primeros. Tal y como lo reseña Quesada (2000), clasificándoles como aquellos que “cantaban loas a la ‘madre patria’ y los europeizados —los que veían a Europa y a Occidente como el núcleo de la civilización— encontraban  y encuentran la esencia de la nacionalidad costarricense en lo extranjero” (p. 3).

La influencia liberal “eurocentrista” de Ricardo Fernández se revela también en sus escritos históricos, en donde muestra una visión de la historia nacional de carácter descriptivo, en concordancia con los postulados positivistas franceses, en los que el énfasis debía depositarse en las grandes obras de las figuras masculinas, conquistadoras y civilizantes.

Al igual que su carrera diplomática, su interés por la recopilación histórica es una pasión heredada de su padre, quien publicó entre 1881 y 1886 cinco tomos de La Historia de Costa Rica, los cinco tomos restantes fueron publicados por Ricardo Fernández de forma póstuma.

De su padre recibirá, también, la dirección de los Archivos Nacionales, que este fundó en 1881, donde ejerció como director de esta institución entre 1928-1929 y 1930-1940; periodo en el que fundó la Revista del Archivo Nacional, la cual ha mantenido desde entonces un papel relevante para la investigación y divulgación histórica nacional.

Se distinguen en su obra histórica dos modalidades; por un lado, los trabajos históricos y, por otro lado, los histórico-literarios. Entre los primeros destacan los siguientes:

  • Historia de Costa Rica (1905).
  • Cartilla histórica de Costa Rica (1909).
  • Reseña histórica de Talamanca (1918).
  • Don Florencio de Castillo en las Cortes de Cádiz (1925).
  • “La independencia y otros episodios” (1928).
  • Costa Rica en el siglo XIX (1929).
  • La guerra de la Liga y la invasión de Quijano (1934).
  • Juan Santamaría, el soldado héroe de Costa Rica (1937).
  • Morazán en Costa Rica (1942).

Con respecto a las obras histórico-literarias, se trata de crónicas de carácter costumbrista, sobresalen, en especial, Crónicas coloniales (1921) y Cosas de gente de antaño (1935).

Sobre el valor de estas obras, Quesada (2000) afirma que ofrecen “un panorama fresco de los ‘cuadros de costumbres’ y relatos de ‘pequeña historia’ (…) alternan la descripción con la fantasía o la interpretación artística, desfilan los personajes destacados de la época, con sus virtudes, prejuicios, vicios e intrigas amorosas” (p. 3).

Al dominar el francés, inglés y latín efectúa numerosas tareas de traducción. Además, fue miembro de la Real Academia Española en 1903 y también uno de los fundadores de la Academia Costarricense de la Lengua. Su copiosa producción literaria lo convirtió en uno de los intelectuales más importantes de los siglos XIX y XX, lo cual implica catalogarle como uno de los maestros del realismo hispanoamericano.

Declarado Benemérito de la Patria, según Ley N.º 54 del 7 de marzo de 1944. El 5 de febrero de 1950 muere en San José. No obstante, deja un importante legado en la historiografía y literatura costarricense.

Hasta su muerte ocurrida en 1950, Ricardo Fernández Guardia fue tal vez el historiador costarricense más reconocido. Quizá, ninguno como él ejerció tanta influencia en la construcción de la imagen del pasado elaborada por los costarricenses, particularmente, por medio de la Cartilla histórica de Costa Rica, el texto escolar costarricense que más ediciones ha tenido desde su aparición desde 1909 hasta el día de hoy. (Quesada, 2000, p. 7)

Referencias bibliográficas

Coto, J. (s. f.). Ricardo Fernández Guardia. http://repositorio.sibdi.ucr.ac.cr:8080/xmlui/bitstream/handle/123456789/9220/FGR017.pdf?sequence=1

Cuhna, A. (7 de enero de 2022). Surgimiento y consolidación de la generación del Olimpo: los fundadores de la llamada literatura costarricense (1880-1920). La Revista.CR. https://www.larevista.cr/surgimiento-y-consolidacion-de-la-generacion-del-olimpo-los-fundadores-de-la-llamada-literatura-costarricense-1880-1920/

Quesada, J. (2000). Ricardo Fernández Guardia: En el cincuentenario de su muerte (1867-1950). Diálogos, 1 (3), 1-7. https://www.researchgate.net/publication/28134220_Ricardo_Fernandez_Guardia_En_el_Cincuentenario_de_su_Muerte_1867-1950

Soto, J. (2014). Tras la huella de un traductor: los aportes de Ricardo Fernández Guardia. Revista de lenguas modernas, (21), 403-410. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/rlm/article/view/17419

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