17 Joaquín García Monge
Escritor, educador, periodista e intelectual, considerado uno de los más grandes humanistas e intelectuales de Costa Rica. Nació el 20 de enero de 1881 en la entonces pequeña localidad de Dos Cercas (hoy Desamparados). Hijo de la señora Luisa Monge Guerrero y Joaquín García Calderón, quien se desempeñaba como escribano. Así, el pequeño Joaquín leía para los clientes de su padre, gracias a ello desarrolló el gusto por la lectura y la escritura.
En Desamparados, inicia su formación en educación primaria; no obstante, cuando tenía nueve años y, después de la muerte de su padre, fue matriculado por su mamá en el internado del Liceo de Costa Rica, donde obtendrá el bachillerato por suficiencia en 1899. Apenas un año más tarde, inicia su labor como docente en la Escuela Metálica y, en 1901, gracias a las gestiones del entonces ministro de Instrucción Pública, Fausto Facio, obtiene una beca para ir a Chile a enriquecer su formación profesional en el Instituto Pedagógico de Santiago Chile. En ese lugar, comparte la experiencia con otros costarricenses, entre quienes se encontraba la conocida María Isabel Carvajal. Además, fue en esa estadía en Santiago, cuando Joaquín García Monge dará el mote con el que ahora se conoce a la célebre educadora “Carmen Lyra”.
Entre los años de 1900 y 1902, publica sus tres primeras novelas: El Moto, Hijas del Campo y Abnegación, novelas que años más adelante le valdrán el título de “creador de la novela de realismo social costarricense”. Así, Abelardo Bonilla (1957), citado por Mora (2019), le considerara “el iniciador de la literatura nacional en su fase moderna; de ahí su influencia decisiva en los escritores posteriores” (párr. 7).
Este atributo busca otorgar al educador, escritor e intelectual el mérito de construir una literatura costarricense más allá del costumbrismo, pues se trata de un retrato del pueblo, no como un espectador del campesinado, sino en el reconocimiento legítimo del otro, mostrando una identificación total con los grupos menos favorecidos de la sociedad costarricense, tal y como lo describe Mora (2019):
Para Don Joaquín el campesino costarricense es una realidad demasiado seria como para convertirla simplemente en objeto de ficción literaria; no se interesa en sus costumbres, habla vernácula o indumentaria únicamente por lo pintoresco, que es todo lo que hace un escritor de mirada superficial y foráneas, sino porque detrás de esas realidades exteriores descubre el drama de la injusticia y la miseria; detrás de esos rostros prematuramente envejecidos, adivina el reflejo de exigencias de libertad nunca satisfechas, de una dignidad nunca reconocida; detrás de esos hombres y mujeres, ve la interpelación por la justicia y el dolor de la explotación. (párr. 30)
En 1904, al volver a Costa Rica, es nombrado profesor de Castellano en el Liceo de Costa Rica, pero ya entonces sus ideas humanistas y preocupación por la niñez y los menos favorecidos del país endurecieron sus críticas ante los Gobiernos liberales de la época. Por lo que, a seis meses de su nombramiento en el Liceo de Costa Rica, el presidente Ascensión Esquivel le destituye al calificarle de subversivo y anarquista.
Pese a ello, en 1905 es nombrado profesor del Colegio de Señoritas, donde permanecerá por once años, este periodo de mayor estabilidad los dedicó, además, al desarrollo de su pensamiento social, humanista y americanista. En cuanto a este último término, conceptualizado por el mismo García Monge, citado por Garrón (1989), con las siguientes palabras:
Las tradiciones comunes siguen uniendo a los pueblos hispanoamericanos entre sí en una súper-estructura que no conoce fronteras. Por lo tanto, es urgente luchar por unir más a las naciones hispanoamericanas entre sí… En América se fusionarán todas las razas y saldrá la raza síntesis del globo… Esta raza ha de forjar una civilización de alto grado ético y estético para que “el hombre llegue a la verdadera fraternidad y a una visión realmente universal”. (p. 15)
En 1915, con la creación de la Escuela Normal, es nombrado profesor de esta institución y un año más tarde asume el cargo de director, puesto en el que permanecerá apenas un año, ya que, con el golpe de Estado al presidente Alfredo González Flores, por parte de los hermanos Tinoco en 1917, destituyen a todo el personal de la Escuela Normal acusados de ser enemigos del nuevo “Gobierno”.
Fruto de tales acontecimientos, García Monge, abandona el país rumbo a Estados Unidos con la firme intención de buscar apoyo para una editorial que publicara a todos los autores del continente. Luego de la caída de los Tinoco en 1919, regresa al país y es elegido secretario de Instrucción Pública por el presidente de transición, Francisco Aguilar.
Al concluir la presidencia de Aguilar en mayo de 1920, abandona la Secretaría de Instrucción, no sin antes presentar una nueva política educativa y programas para las escuelas de educación primaria; propuestas diseñadas desde 1908, cuando en sociedad con Roberto Brenes Mesén coinciden en que “no podía haber una excelente educación ni alfabetización en Costa Rica si no había una dedicación especial para la formación de maestros y profesores” (Mora, 2013, p. 49).
Su compromiso por la educación se evidencia también en su preocupación alfabetizar a las personas adultas, el Patronato Escolar, instituciones que protegieran a la niñez tal como lo fue el Hospital de Niños, que se fundó cuarenta años más tarde, y la Sociedad Protectora de los Niños, antecesora del actual Patronato Nacional de la Infancia.
Sobre la dirección de aquellos programas de estudios, el mismo autor escribió:
Los programas que tenemos el honor de ofrecer a Ud. Van encaminados a combatir, dentro de los límites de lo posible, entre nosotros y con la discreción debida, el peligro de la mediocridad física, intelectual y moral, que es la resultante de una falsa organización de las escuelas, no decimos en nuestro país, sino en los que nos han servido de patrones. (Garrón, 1989, p. 18)
Al dejar la Secretaría de Instrucción Pública, asume la Dirección de la Biblioteca Nacional y renueva la edición de su Boletín, del que logra publicar setenta números hasta 1927. En la biblioteca permanecerá por 16 años, hasta que, nuevamente, la arbitrariedad de las figuras políticas liberales y tradicionales lo destituyen en 1936.
Sus aspiraciones políticas se plasmaron también en 1929, cuando, junto con Carmen Lyra, integra el Partido Alianza de Obreros, Campesinos e Intelectuales. En 1939 y 1953, aspiró a un puesto como diputado, faltándole votos en la primera oportunidad, por lo cual forma un nuevo partido de centro izquierda en la segunda ronda, el Partido Progresista Independiente; no obstante, en este último intento, el partido oficialista Liberación Nacional lo declaró ilegal.
Estos acontecimientos fueron testigos de la labor por la cual es más conocido y recordado don Joaquín García Monge: editor. Sirvió al país con La Colección, Ariel, El Convivio. Colaboró además en la revista Vida y verdad, fue compilador del suplemento literario de La Prensa Libre, El Boletín de Educación Pública, revista La Obra, Cuadernos de Pedagogía y una de las revistas más importantes de Latinoamérica hasta la primera mitad del siglo XX, El Repertorio Americano.
Esta última revista se convertirá en su más grande empresa en la que se publicaron textos desde 1919 hasta 1959, con 50 tomos, para un total de 2000 números, cuyos principales objetivos eran ofrecer un espacio para los principales intelectuales latinoamericanos y dar a conocer a numerosos autores, con ello, daba fe de su convencimiento del poder transformador de la prensa.
Su labor periodística propició una gran reforma a la cultura nacional, recalcando el magisterio de la prensa; es decir, de cómo utilizar los periódicos para mejorar la educación del ciudadano. Desde su revista Repertorio Americano, activó un periodismo educativo muy distinto, señalando entonces “Cosa caduca es la conquista por las armas. Solo vence, sólo enlaza a los hombres el amor que nace de la mutua comprensión de las cualidades del entendimiento y del corazón” (Herrera, 2013, p. 11).
Además de El Moto (su obra más difundida y conocida) y las novelas antes mencionadas, publica entre 1906 y 1907 una serie de relatos; en 1917, publica los cuentos y cuadros realistas: Las miniaturas de la mala sombra y otros sucesos.
Se incorporó como correspondiente a la Real Academia Española en 1922 y miembro fundador de la Academia Costarricense de la Lengua en 1923. Además, fue reconocido con la Orden de Rubén Darío en el Grado de Gran Cruz Placa de Plata en Nicaragua, la Medalla de Honor de la Instrucción Pública de Venezuela, la Orden de Boyacá en el Grado de Oficial de Colombia, la Orden Nacional Al Mérito en el Grado de Comendador en Ecuador y Chile, la Gran Cruz de la Orden El Sol en Perú, la Orden del Águila Azteca de México.
Seis días antes de su muerte, ocurrida el 31 de octubre de 1958, la Asamblea Legislativa lo reconoce como Benemérito de la Patria, según Acuerdo N.º 242. El último número de su Repertorio Americano, preparado en su mesa de trabajo, fue publicado In memoriam por su hijo Eugenio García Carrillo.
Referencias bibliográficas
Garrón, V. (1989). Joaquín García Monge. Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.
Herrera, F. (2013). Joaquín García Monge. A medio siglo de su muerte. Revista Comunicación, 17 (29), 9-12. https://revistas.tec.ac.cr/index.php/comunicacion/article/view/984
Mora, A. (2013). El legado de don Joaquín García Monge a 50 años de su muerte. Revista Comunicación, 17(29),47-52. https://revistas.tec.ac.cr/index.php/comunicacion/article/view/989
Mora, A. (13 de agosto de 2019). Joaquín García Monge y la literatura costarricense. Semanario Universidad. https://semanariouniversidad.com/suplementos/don-joaquin-garcia-monge-y-la-literatura-costarricense/
Solari, J. (2013). El ejemplo de un maestro de América. Revista Comunicación, 17(29), 13-19. https://revistas.tec.ac.cr/index.php/comunicacion/article/view/985