Introducción
Desde sus albores, el turismo sostenible ha sido promovido como un elemento para crear ventajas competitivas y diferenciación, a partir de las cuales se podría obtener una mayor participación de mercado y mejores tarifas; todo lo cual habría de repercutir en un incremento de las utilidades de las empresas. Sin embargo, la acelerada evolución de las necesidades e intereses de la sociedad del presente siglo XXI ha hecho que la sostenibilidad haya sufrido una precipitada metamorfosis, pasando de ser un concepto teórico idealista, para transformarse en una moda, posteriormente en una ventaja competitiva, hasta convertirse en los últimos años en la norma que caracteriza la actividad turística.
La sostenibilidad turística es un elemento de la competitividad actual. Es la nueva forma de hacer negocios en un mercado que cada vez más es sensible a los aspectos de índole social, cultural y ambiental, consciente de que los viajes y el turismo deben concebirse y practicarse como un medio de desarrollo personal y colectivo.
Actualmente la sostenibilidad constituye un valor intrínseco al turismo. Debido a esto, la práctica de un turismo sostenible no necesariamente implica una ventaja competitiva por sí misma, pues el carácter sostenible de un servicio o producto turístico solo agrega valor y genera diferenciación cuando esta enriquece la experiencia del cliente.
Por definición, la sostenibilidad implica rentabilidad, ya que por encima de todo significa asegurar la viabilidad futura de un entorno, cuyos dividendos benefician a la sociedad como un todo y que no necesariamente se refleja en los informes financieros de una empresa. Por ello, la rentabilidad de la sostenibilidad no puede analizarse desde un ángulo meramente financiero o a partir de una simple valoración económica de costo-beneficio de las inversiones que conlleva desarrollar una operación turística sostenible. Más bien, la rentabilidad financiera siempre estará relacionada con los niveles de productividad y la eficacia con la que la empresa gesta el negocio en el que participa. Factores en los que, sin lugar a dudas, muchas de las acciones propias de la sostenibilidad tienen una directa contribución. No obstante, no se logran utilidades solo por ser sostenible.
Beneficios de la sostenibilidad
Según las conclusiones del estudio mundial realizado en el año 2012 por la firma consultora Boston Consulting Group (BCG) y la publicación "Sloan Management Review" del MIT (Massachusetts Institute of Technology), titulado "Sustainability nears a tipping point" (Sostenibilidad se acerca a un punto de inflexión, 2012), el 70 % de las empresas entrevistadas (4.000 directivos de 113 países) colocaron la sostenibilidad de forma permanente en sus agendas de gestión.
Dos de cada tres encuestados afirmaron que la sostenibilidad es necesaria para ser competitivo en el mercado actual y que, pese los desfavorables cambios que tenían la economía en situaciones de poco crecimiento, estas incrementaron sus compromisos con las iniciativas de sostenibilidad. Todo lo contrario de lo que cabría esperar si la sostenibilidad no fuera más que un lujo asequible en tiempos de bonanzas. La razón de esta situación es muy simple: los programas de sostenibilidad están contribuyendo a su rentabilidad.
Beneficios ambientales
La implementación de prácticas operativas amigables con el medioambiente genera significativos ahorros en los costos de operación. El uso racional de los recursos, una disminución en los consumos, el manejo adecuado de los desechos y la reducción de las emisiones contaminantes, junto a un mejoramiento de los procesos de producción, merma el impacto sobre el medioambiente y lo protege, al tiempo que genera economías de escala para la empresa.
Beneficios sociales
El desarrollo de oportunidades de empleo, como una prioridad para los pobladores de la comunidad donde se ubica la empresa, estimula la economía local y permite que la comunidad se identifique con la empresa. Asimismo, la compra de bienes y servicios a empresas locales dinamiza la economía de la región donde opera la empresa, genera ahorros de tiempo y de dinero, mejora la evidencia, disminuye el manejo de inventarios y se evita el traslado de productos desde zonas alejadas, con la consecuente economía en los costos de logística, todo lo cual favorece la competitividad. Todas estas acciones mejoran la calidad de vida de los colaboradores y contribuyen con el desarrollo de la comunidad, en el marco de un entorno más agradable y equitativo.
Beneficios económicos
Una gestión empresarial sostenible naturalmente generará excelentes herramientas de competitividad, logrará una mayor eficiencia en su operación y obtendrá un mayor reconocimiento del mercado haciéndola mucho más atractiva, aspectos que en definitiva se reflejarán en un aumento de los ingresos en las ventas.
Es un hecho que la sostenibilidad es vital para el crecimiento futuro de la humanidad y una condición ineludible para la actividad turística de hoy, pero solo será herramienta de rentabilidad en la medida que exista un compromiso integral, consistente y congruente con sus preceptos. Su puesta en valor debe incidir en experiencia del turista, para que trascienda en su vida.
Desde sus albores, el turismo sostenible ha sido promovido como un elemento para crear ventajas competitivas y diferenciación, a partir de las cuales se podría obtener una mayor participación de mercado y mejores tarifas; todo lo cual habría de repercutir en un incremento de las utilidades de las empresas. Sin embargo, la acelerada evolución de las necesidades e intereses de la sociedad del presente siglo XXI ha hecho que la sostenibilidad haya sufrido una precipitada metamorfosis, pasando de ser un concepto teórico idealista, para transformarse en una moda, posteriormente en una ventaja competitiva, hasta convertirse en los últimos años en la norma que caracteriza la actividad turística.
La sostenibilidad turística es un elemento de la competitividad actual. Es la nueva forma de hacer negocios en un mercado que cada vez más es sensible a los aspectos de índole social, cultural y ambiental, consciente de que los viajes y el turismo deben concebirse y practicarse como un medio de desarrollo personal y colectivo.
Actualmente la sostenibilidad constituye un valor intrínseco al turismo. Debido a esto, la práctica de un turismo sostenible no necesariamente implica una ventaja competitiva por sí misma, pues el carácter sostenible de un servicio o producto turístico solo agrega valor y genera diferenciación cuando esta enriquece la experiencia del cliente.
Por definición, la sostenibilidad implica rentabilidad, ya que por encima de todo significa asegurar la viabilidad futura de un entorno, cuyos dividendos benefician a la sociedad como un todo y que no necesariamente se refleja en los informes financieros de una empresa. Por ello, la rentabilidad de la sostenibilidad no puede analizarse desde un ángulo meramente financiero o a partir de una simple valoración económica de costo-beneficio de las inversiones que conlleva desarrollar una operación turística sostenible. Más bien, la rentabilidad financiera siempre estará relacionada con los niveles de productividad y la eficacia con la que la empresa gesta el negocio en el que participa. Factores en los que, sin lugar a dudas, muchas de las acciones propias de la sostenibilidad tienen una directa contribución. No obstante, no se logran utilidades solo por ser sostenible.
Según las conclusiones del estudio mundial realizado en el año 2012 por la firma consultora Boston Consulting Group (BCG) y la publicación "Sloan Management Review" del MIT (Massachusetts Institute of Technology), titulado "Sustainability nears a tipping point" (Sostenibilidad se acerca a un punto de inflexión, 2012), el 70 % de las empresas entrevistadas (4.000 directivos de 113 países) colocaron la sostenibilidad de forma permanente en sus agendas de gestión.
Dos de cada tres encuestados afirmaron que la sostenibilidad es necesaria para ser competitivo en el mercado actual y que, pese los desfavorables cambios que tenían la economía en situaciones de poco crecimiento, estas incrementaron sus compromisos con las iniciativas de sostenibilidad. Todo lo contrario de lo que cabría esperar si la sostenibilidad no fuera más que un lujo asequible en tiempos de bonanzas. La razón de esta situación es muy simple: los programas de sostenibilidad están contribuyendo a su rentabilidad.
Beneficios ambientales
La implementación de prácticas operativas amigables con el medioambiente genera significativos ahorros en los costos de operación. El uso racional de los recursos, una disminución en los consumos, el manejo adecuado de los desechos y la reducción de las emisiones contaminantes, junto a un mejoramiento de los procesos de producción, merma el impacto sobre el medioambiente y lo protege, al tiempo que genera economías de escala para la empresa.
Beneficios sociales
El desarrollo de oportunidades de empleo, como una prioridad para los pobladores de la comunidad donde se ubica la empresa, estimula la economía local y permite que la comunidad se identifique con la empresa. Asimismo, la compra de bienes y servicios a empresas locales dinamiza la economía de la región donde opera la empresa, genera ahorros de tiempo y de dinero, mejora la evidencia, disminuye el manejo de inventarios y se evita el traslado de productos desde zonas alejadas, con la consecuente economía en los costos de logística, todo lo cual favorece la competitividad. Todas estas acciones mejoran la calidad de vida de los colaboradores y contribuyen con el desarrollo de la comunidad, en el marco de un entorno más agradable y equitativo.
Beneficios económicos
Una gestión empresarial sostenible naturalmente generará excelentes herramientas de competitividad, logrará una mayor eficiencia en su operación y obtendrá un mayor reconocimiento del mercado haciéndola mucho más atractiva, aspectos que en definitiva se reflejarán en un aumento de los ingresos en las ventas.
Es un hecho que la sostenibilidad es vital para el crecimiento futuro de la humanidad y una condición ineludible para la actividad turística de hoy, pero solo será herramienta de rentabilidad en la medida que exista un compromiso integral, consistente y congruente con sus preceptos. Su puesta en valor debe incidir en experiencia del turista, para que trascienda en su vida.