Introducción
La competitividad y la ventaja competitiva probablemente constituyen, en la actualidad, dos de los términos más utilizados en el lenguaje empresarial y hasta se puede asegurar que son vocablos que se han convertido en “palabras de moda”. Por esto, la necesidad de definir con claridad y de comprender con amplitud ambos conceptos va más allá de un propósito meramente semántico, ya que al utilizarse cotidianamente para argumentar el valor o importancia de las políticas, estrategias y acciones que desarrolla una empresa, debe hacerse bajo una correcta percepción de cada una de ellas según sea el contexto en el que se aplican, los objetivos que se persiguen y las condiciones de entorno.
Competitividad
Es un concepto que no tiene límites precisos y se define en relación con otros conceptos, por lo que depende del punto de referencia del análisis –nación, sector, firma–, del tipo de producto analizado –bienes básicos, productos diferenciados, cadenas productivas, etapas de producción– y del objetivo de la indagación –corto o largo plazo, explotación de mercados, reconversión, etcétera– (Pineiro, 1993).
Sin embargo, se puede defininr como la capacidad de las empresas de un país dado para diseñar, desarrollar, producir y colocar sus productos en el mercado internacional en medio de la competencia con empresas de otros países (Alic, 1997). Asimismo, es la idoneidad que debe tener una organización, empresa, persona, producto, servicio, objeto o lugar para poder hacer frente a sus competidores, tanto hoy como en un futuro inmediato, logrando y manteniendo utilidades en un entorno de competencia.
El concepto de competitividad tiene una muy fuerte carga de subjetividad debido a estar supeditado a elementos tales como ¿con quién se compara? o ¿con qué? y, además, tiene un carácter multidimensional (¿cuáles son los atributos de una entidad económica que definen su nivel de competitividad?).
La competitividad de los destinos turísticos puede definirse como “la capacidad de un destino para crear e integrar productos con valor añadido que permitan sostener los recursos locales y conservar su posición de mercado respecto a sus competidores" (Hassan, 2000). También puede definirse como "la capacidad de un país para crear valor añadido e incrementar de esta forma el bienestar nacional mediante la gestión de ventajas y procesos, atractivos, agresividad y proximidad, integrando las relaciones entre los mismos en un modelo económico y social” (Ritchie y Crouch, 2000).
La competitividad de un destino turístico se sustenta en la calidad, el carácter y la particularidad de los productos y servicios turísticos que en él se ofrecen. Este es un aspecto que se vuelve crucial en las condiciones de mercado en la actualidad, pues la estandarización de los productos y servicios turísticos propulsada por la globalización de la comercialización hace que estos empiecen a parecerse.
Ventaja competitiva
Es la superioridad que posee una empresa, en algún aspecto, ante otras empresas del mismo sector o mercado, que le permite tener un mejor desempeño que sus competidores. Por tanto, le confieren una posición preponderante en dicho sector o mercado.
La principal característica que define o que identifica una ventaja competitiva es el hecho de que el aspecto o conjunto de ellos que tiene una empresa y que le dan algún nivel de superioridad sobre sus competidores no es replicable. Es decir, no puede ser igualado o alcanzado por los demás participantes en dicho sector o mercado. Como ventajas competitivas se puede mencionar:
Una empresa podría tener diferentes ventajas competitivas en diferentes aspectos ante otras empresas competidoras.
Ante tanta diversidad y cantidad de competidores que en la actualidad debe enfrentar prácticamente toda empresa, el poder mantener una efectiva participación de mercado está estrechamente ligado a poder desarrollar ventajas competitivas o mantener aquella o aquellas que ya posee, y aprovecharlas al máximo. Su importancia estriba en que las ventajas competitivas permiten tener un mejor desempeño que el de la competencia, por ejemplo, mayores ventas, un mayor margen de ganancia, un mayor número de clientes fidelizados, etc. Esto repercute en un aumento de la rentabilidad. Es por ello que toda ventaja competitiva debe ser sostenible en el tiempo.
Las ventajas competitivas no necesariamente hacen que una empresa sea la mejor en su campo, pues ellas se limitan a ser un elemento que los consumidores consciente o inconscientemente identifican como el mejor y que motivan a preferirlo sobre el de su competencia.
El nuevo paradigma de la competitividad turística plantea desarrollar productos y servicios específicos para nichos de mercado en concreto. De esta manera, ser altamente competitivo es resultado de un claro entendimiento del mercado turístico y cada uno de sus diferentes componentes: la oferta, la demanda, el entorno de competencia, los generadores de demanda y los motivadores de viaje, que permitan desarrollar productos y servicios diferenciados que por sí mismos constituyan una ventaja competitiva. Por tanto, la competitividad turística es mucho más que poder ofrecer el mejor precio, una alta calidad, buena imagen, rendimientos de capacidad productiva y su relación de valor.
La competitividad y la ventaja competitiva probablemente constituyen, en la actualidad, dos de los términos más utilizados en el lenguaje empresarial y hasta se puede asegurar que son vocablos que se han convertido en “palabras de moda”. Por esto, la necesidad de definir con claridad y de comprender con amplitud ambos conceptos va más allá de un propósito meramente semántico, ya que al utilizarse cotidianamente para argumentar el valor o importancia de las políticas, estrategias y acciones que desarrolla una empresa, debe hacerse bajo una correcta percepción de cada una de ellas según sea el contexto en el que se aplican, los objetivos que se persiguen y las condiciones de entorno.
Es un concepto que no tiene límites precisos y se define en relación con otros conceptos, por lo que depende del punto de referencia del análisis –nación, sector, firma–, del tipo de producto analizado –bienes básicos, productos diferenciados, cadenas productivas, etapas de producción– y del objetivo de la indagación –corto o largo plazo, explotación de mercados, reconversión, etcétera– (Pineiro, 1993).
Sin embargo, se puede defininr como la capacidad de las empresas de un país dado para diseñar, desarrollar, producir y colocar sus productos en el mercado internacional en medio de la competencia con empresas de otros países (Alic, 1997). Asimismo, es la idoneidad que debe tener una organización, empresa, persona, producto, servicio, objeto o lugar para poder hacer frente a sus competidores, tanto hoy como en un futuro inmediato, logrando y manteniendo utilidades en un entorno de competencia.
El concepto de competitividad tiene una muy fuerte carga de subjetividad debido a estar supeditado a elementos tales como ¿con quién se compara? o ¿con qué? y, además, tiene un carácter multidimensional (¿cuáles son los atributos de una entidad económica que definen su nivel de competitividad?).
La competitividad de los destinos turísticos puede definirse como “la capacidad de un destino para crear e integrar productos con valor añadido que permitan sostener los recursos locales y conservar su posición de mercado respecto a sus competidores" (Hassan, 2000). También puede definirse como "la capacidad de un país para crear valor añadido e incrementar de esta forma el bienestar nacional mediante la gestión de ventajas y procesos, atractivos, agresividad y proximidad, integrando las relaciones entre los mismos en un modelo económico y social” (Ritchie y Crouch, 2000).
La competitividad de un destino turístico se sustenta en la calidad, el carácter y la particularidad de los productos y servicios turísticos que en él se ofrecen. Este es un aspecto que se vuelve crucial en las condiciones de mercado en la actualidad, pues la estandarización de los productos y servicios turísticos propulsada por la globalización de la comercialización hace que estos empiecen a parecerse.
Es la superioridad que posee una empresa, en algún aspecto, ante otras empresas del mismo sector o mercado, que le permite tener un mejor desempeño que sus competidores. Por tanto, le confieren una posición preponderante en dicho sector o mercado.
La principal característica que define o que identifica una ventaja competitiva es el hecho de que el aspecto o conjunto de ellos que tiene una empresa y que le dan algún nivel de superioridad sobre sus competidores no es replicable. Es decir, no puede ser igualado o alcanzado por los demás participantes en dicho sector o mercado. Como ventajas competitivas se puede mencionar:
Una empresa podría tener diferentes ventajas competitivas en diferentes aspectos ante otras empresas competidoras.
Ante tanta diversidad y cantidad de competidores que en la actualidad debe enfrentar prácticamente toda empresa, el poder mantener una efectiva participación de mercado está estrechamente ligado a poder desarrollar ventajas competitivas o mantener aquella o aquellas que ya posee, y aprovecharlas al máximo. Su importancia estriba en que las ventajas competitivas permiten tener un mejor desempeño que el de la competencia, por ejemplo, mayores ventas, un mayor margen de ganancia, un mayor número de clientes fidelizados, etc. Esto repercute en un aumento de la rentabilidad. Es por ello que toda ventaja competitiva debe ser sostenible en el tiempo.
Las ventajas competitivas no necesariamente hacen que una empresa sea la mejor en su campo, pues ellas se limitan a ser un elemento que los consumidores consciente o inconscientemente identifican como el mejor y que motivan a preferirlo sobre el de su competencia.
El nuevo paradigma de la competitividad turística plantea desarrollar productos y servicios específicos para nichos de mercado en concreto. De esta manera, ser altamente competitivo es resultado de un claro entendimiento del mercado turístico y cada uno de sus diferentes componentes: la oferta, la demanda, el entorno de competencia, los generadores de demanda y los motivadores de viaje, que permitan desarrollar productos y servicios diferenciados que por sí mismos constituyan una ventaja competitiva. Por tanto, la competitividad turística es mucho más que poder ofrecer el mejor precio, una alta calidad, buena imagen, rendimientos de capacidad productiva y su relación de valor.