Introducción
El crecimiento y dinamismo del turismo lo sitúan como uno de los fenómenos sociales y económicos más destacados del siglo pasado, el cual ha favorecido la participación de los países en desarrollo en el mercado global. Es por ello que cada vez más despierta el interés de los gobiernos, por su capacidad de generar divisas, favorecer la inversión privada, el surgimiento de empresas locales y la creación de empleo.
El turismo tiene un efecto directo, indirecto e inducido sobre el desarrollo y dinamización de la economía como un todo, que se extiende mucho más allá de los participantes dentro del sector turístico. Por ello, se asevera que no existe otra actividad productiva que genere una mayor derrama económica que el turismo. Por ejemplo, en el sector productivo el turismo genera empleo directo en la actividad misma, al tiempo que activa la agricultura, la piscicultura, la ganadería, el transporte, la construcción, así como los subsectores que le brindan insumos a estos. Asimismo, el sector público le genera ingresos al Estado, a través de los réditos de las empresas, impuestos directos e indirectos, la venta de servicios públicos y la generación de divisas.
Si bien el turismo tiene un poder inmenso para hacer el bien, también puede generar las fuerzas de destrucción de los bienes en los que se fundamenta. Este no solo puede hacer daño a las sociedades y a su entorno, sino que ser medio para su propia destrucción. Por ello, la adopción de los preceptos del desarrollo sostenible a la actividad turística es crucial para asegurar una buena gobernanza para la gestión del turismo, que logre un desarrollo económico de largo plazo, que beneficie a todos los actores involucrados, sin perjudicar la coexistencia ambiente–sociedad, mediante un uso equilibrado y racional de los recursos.
El turismo sostenible se sustenta en los enunciados del desarrollo sostenible, cuyos primeros esbozos fueron plasmados en el documento conocido como Informe Brundtland, de 1987, denominado así por ex primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, quien presidía la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, creada durante la Asamblea de las Naciones Unidas en 1983. En dicho informe, la Comisión planteaba la necesidad de impulsar un nuevo modelo de desarrollo económico y social que garantizara que las generaciones futuras puedan satisfacer sus necesidades, en lo que concierne a alimentación, vestimenta, vivienda y trabajo, así como los recursos naturales, permitiéndole al medioambiente absorber los efectos de la actividad humana.
Es así como surge el concepto del desarrollo sostenible, el cual se define como “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades”, lo anterior según la ONU. No obstante, pasarían cinco años hasta que dicha definición fuera adoptada por todas las naciones del mundo. Se apropiaron de ella en el Principio 3º de la Declaración de Río (1992), en la que al mismo tiempo se hizo un llamado a todos los líderes del mundo y sectores económicos para que hicieran lo propio por integrar estos principios a todas las actividades del vivir de la humanidad.
De este modo, en el año 1997, la Organización Mundial del Turismo (OMT) proclama el turismo sostenible como el modelo desarrollo sobre el que deberá regirse la actividad turística presente y futura. De esta forma, el turismo sostenible se define como: "El turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas". (OMT, 1997)
El turismo sostenible no se centra exclusivamente en las cuestiones ambientales, pues el concepto de sostenibilidad incluye tres distintas áreas: económica, ambiental y social. De esta forma, la conservación de los recursos naturales y la reducción de los impactos negativos al medioambiente en zonas urbanas, rurales y silvestres, debe integrar, con sensibilidad, el legado sociocultural de los destinos, productos y servicios turísticos, y alcanzar la viabilidad económica con equidad. Para llevar a la práctica tales enunciados, toda actividad turística que realmente pretenda definirse como sostenible requiere la implementación y el debido cuidado de los aspectos que seguidamente se presentan.
Sostenibilidad económica
Consiste en propiciar la prosperidad en los diferentes niveles de la sociedad, considerando la rentabilidad de todas las actividades económicas, la viabilidad de las empresas y de sus actividades y de su capacidad para mantenerse a largo plazo.
Sostenibilidad social
Tiene que ver con el respeto de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades para todos los miembros de la sociedad. Contempla una distribución de los beneficios orientada a la reducción de la pobreza. Además, está enfocada principalmente en las comunidades locales, enl mantenimiento y refuerzo de sus sistemas de subsistencia y en el reconocimiento y respeto de las diferentes culturas, evitando cualquier forma de explotación.
Sostenibilidad ambiental
Consiste en la conservación y gestión de los recursos naturales, especialmente de aquellos que no son renovables o son fundamentales para la subsistencia. Requiere acciones para reducir la contaminación del aire, de la tierra y del agua, y para conservar la diversidad biológica y el patrimonio natural. De esta forma, la ejecución práctica de un turismo sostenible será el resultado ineludible de un equilibrio entre las tres áreas de acción citadas.
Los fundamentos de la sostenibilidad son igualmente válidos para cualquier actividad turística y sin importar el lugar donde se desarrollen (playa, montaña o ciudad). Este es un aspecto al que debe prestarse especial consideración pues algunas veces se cree (erróneamente) que el turismo sostenible está estrictamente ligado a las actividades turísticas de contacto con la naturaleza, en áreas silvestres protegidas o en zonas rurales.
Como modelo de desarrollo, el turismo sostenible genera una simbiosis obligatoria con los patrimonios naturales, culturales, históricos, que posibilita la generación de empleo, bienestar social y mejoramiento de la calidad de vida. Además genera ingresos y la articulación de acciones necesarias para recuperar y preservar el legado de nuestros antepasados y la herencia a las futuras generaciones de estos patrimonios.
En la gestión empresarial, la sostenibilidad impulsa una administración que procura reducir sus costes operacionales y mejorar la calidad de los servicios y experiencias que se ofrecen al visitante, con lo cual se consolida el posicionamiento de mercado. De esta manera, la sostenibilidad genera diferenciación y esta, a su vez, es la base del desarrollo de una ventaja competitiva.
Algunas de las características más sobresalientes de los productos y servicios turísticos sostenibles son:
La competitiva industria turística de hoy requiere una directa correlación entre la excelencia en la entrega de los servicios, un desempeño operativo superior y un sincero compromiso con la sostenibilidad como la claves para alcanzar el éxito.
El crecimiento y dinamismo del turismo lo sitúan como uno de los fenómenos sociales y económicos más destacados del siglo pasado, el cual ha favorecido la participación de los países en desarrollo en el mercado global. Es por ello que cada vez más despierta el interés de los gobiernos, por su capacidad de generar divisas, favorecer la inversión privada, el surgimiento de empresas locales y la creación de empleo.
El turismo tiene un efecto directo, indirecto e inducido sobre el desarrollo y dinamización de la economía como un todo, que se extiende mucho más allá de los participantes dentro del sector turístico. Por ello, se asevera que no existe otra actividad productiva que genere una mayor derrama económica que el turismo. Por ejemplo, en el sector productivo el turismo genera empleo directo en la actividad misma, al tiempo que activa la agricultura, la piscicultura, la ganadería, el transporte, la construcción, así como los subsectores que le brindan insumos a estos. Asimismo, el sector público le genera ingresos al Estado, a través de los réditos de las empresas, impuestos directos e indirectos, la venta de servicios públicos y la generación de divisas.
Si bien el turismo tiene un poder inmenso para hacer el bien, también puede generar las fuerzas de destrucción de los bienes en los que se fundamenta. Este no solo puede hacer daño a las sociedades y a su entorno, sino que ser medio para su propia destrucción. Por ello, la adopción de los preceptos del desarrollo sostenible a la actividad turística es crucial para asegurar una buena gobernanza para la gestión del turismo, que logre un desarrollo económico de largo plazo, que beneficie a todos los actores involucrados, sin perjudicar la coexistencia ambiente–sociedad, mediante un uso equilibrado y racional de los recursos.
El turismo sostenible se sustenta en los enunciados del desarrollo sostenible, cuyos primeros esbozos fueron plasmados en el documento conocido como Informe Brundtland, de 1987, denominado así por ex primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, quien presidía la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, creada durante la Asamblea de las Naciones Unidas en 1983. En dicho informe, la Comisión planteaba la necesidad de impulsar un nuevo modelo de desarrollo económico y social que garantizara que las generaciones futuras puedan satisfacer sus necesidades, en lo que concierne a alimentación, vestimenta, vivienda y trabajo, así como los recursos naturales, permitiéndole al medioambiente absorber los efectos de la actividad humana.
Es así como surge el concepto del desarrollo sostenible, el cual se define como “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades”, lo anterior según la ONU. No obstante, pasarían cinco años hasta que dicha definición fuera adoptada por todas las naciones del mundo. Se apropiaron de ella en el Principio 3º de la Declaración de Río (1992), en la que al mismo tiempo se hizo un llamado a todos los líderes del mundo y sectores económicos para que hicieran lo propio por integrar estos principios a todas las actividades del vivir de la humanidad.
De este modo, en el año 1997, la Organización Mundial del Turismo (OMT) proclama el turismo sostenible como el modelo desarrollo sobre el que deberá regirse la actividad turística presente y futura. De esta forma, el turismo sostenible se define como: "El turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas". (OMT, 1997)
El turismo sostenible no se centra exclusivamente en las cuestiones ambientales, pues el concepto de sostenibilidad incluye tres distintas áreas: económica, ambiental y social. De esta forma, la conservación de los recursos naturales y la reducción de los impactos negativos al medioambiente en zonas urbanas, rurales y silvestres, debe integrar, con sensibilidad, el legado sociocultural de los destinos, productos y servicios turísticos, y alcanzar la viabilidad económica con equidad. Para llevar a la práctica tales enunciados, toda actividad turística que realmente pretenda definirse como sostenible requiere la implementación y el debido cuidado de los aspectos que seguidamente se presentan.
Consiste en propiciar la prosperidad en los diferentes niveles de la sociedad, considerando la rentabilidad de todas las actividades económicas, la viabilidad de las empresas y de sus actividades y de su capacidad para mantenerse a largo plazo.
Tiene que ver con el respeto de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades para todos los miembros de la sociedad. Contempla una distribución de los beneficios orientada a la reducción de la pobreza. Además, está enfocada principalmente en las comunidades locales, enl mantenimiento y refuerzo de sus sistemas de subsistencia y en el reconocimiento y respeto de las diferentes culturas, evitando cualquier forma de explotación.
Consiste en la conservación y gestión de los recursos naturales, especialmente de aquellos que no son renovables o son fundamentales para la subsistencia. Requiere acciones para reducir la contaminación del aire, de la tierra y del agua, y para conservar la diversidad biológica y el patrimonio natural. De esta forma, la ejecución práctica de un turismo sostenible será el resultado ineludible de un equilibrio entre las tres áreas de acción citadas.
Los fundamentos de la sostenibilidad son igualmente válidos para cualquier actividad turística y sin importar el lugar donde se desarrollen (playa, montaña o ciudad). Este es un aspecto al que debe prestarse especial consideración pues algunas veces se cree (erróneamente) que el turismo sostenible está estrictamente ligado a las actividades turísticas de contacto con la naturaleza, en áreas silvestres protegidas o en zonas rurales.
Como modelo de desarrollo, el turismo sostenible genera una simbiosis obligatoria con los patrimonios naturales, culturales, históricos, que posibilita la generación de empleo, bienestar social y mejoramiento de la calidad de vida. Además genera ingresos y la articulación de acciones necesarias para recuperar y preservar el legado de nuestros antepasados y la herencia a las futuras generaciones de estos patrimonios.
En la gestión empresarial, la sostenibilidad impulsa una administración que procura reducir sus costes operacionales y mejorar la calidad de los servicios y experiencias que se ofrecen al visitante, con lo cual se consolida el posicionamiento de mercado. De esta manera, la sostenibilidad genera diferenciación y esta, a su vez, es la base del desarrollo de una ventaja competitiva.
Algunas de las características más sobresalientes de los productos y servicios turísticos sostenibles son:
La competitiva industria turística de hoy requiere una directa correlación entre la excelencia en la entrega de los servicios, un desempeño operativo superior y un sincero compromiso con la sostenibilidad como la claves para alcanzar el éxito.