Introducción
La diversidad de competidores y la multiplicidad de la oferta que caracteriza el mercado turístico actual hacen que la competitividad sea un elemento esencial de la forma de hacer negocios. Sin esta, prácticamente se puede asegurar, no es posible que las empresas, organizaciones o las instituciones sean capaces se subsistir y prevalecer en el tiempo siendo económicamente viables.
¿Qué es competitividad?
Aunque la competitividad es un concepto de uso frecuente en la jerga empresarial, ciertamente resulta bastante complejo de establecer y, de hecho, no posee una definición puntual. Por un lado, la competitividad se reviste de un alto nivel de subjetividad, en términos de establecer con quién, qué o cuál es el parámetro de cumplimiento para comparar una empresa, producto o actividad. Además, el criterio posee un carácter multidimensional; es decir, es complejo definir cuáles son los atributos base para definir el grado de desempeño. De acuerdo con Pineiro (1993),
La competitividad es un concepto que no tiene límites precisos y se define en relación con otros conceptos, por lo que depende del punto de referencia del análisis -nación, sector, firma, del tipo de producto analizado, bienes básicos, productos diferenciados, cadenas productivas, etapas de producción y del objetivo de la indagación corto o largo plazo, explotación de mercados, reconversión- entre otros.
Adicionalmente, es importante señalar que competitividad no es lo mismo que competencia, pues esta última se refiere al número de participantes en un mismo mercado que se dirigen a una misma audiencia, ofreciendo bienes o servicios similares. Por otra parte, la capacidad competitiva de una empresa, producto, actividad o lugar (país, destino turístico) hace referencia al conjunto de cualidades, estrategias y medios que se disponen para tener resultados superiores en relación con sus competidores. Es decir, se refiere a su nivel de éxito al competir.
Desde del ángulo de un destino turístico, su competitividad está estrechamente ligada la calidad, el carácter y la particularidad de los productos y servicios turísticos que en él se ofrecen. Es decir, tiene que ver con cuán competitivos son estos, aunado a las condiciones que ofrece el lugar con respecto a los demás elementos que hacen posible el desarrollo del turismo, tales como infraestructura pública, acceso, plataforma de servicios, atractivos y la capacidad de los distintos actores (empresas, organizaciones e instituciones) para poder comercializarse a nivel nacional o internacional, en relación con los otros competidores en el mercado.
De hecho, la competitividad de los destinos turísticos puede definirse como “la capacidad de un destino para crear e integrar productos con valor añadido que permitan sostener los recursos locales y conservar su posición de mercado respecto a sus competidores (Hassan, 2000). En este sentido, resulta evidente que los factores políticos, económicos, medioambientales, sociales, tecnológicos y de innovación de un lugar (pueblo, ciudad o país) deben de ser tan competitivos como todos los actores del turismo: transporte, alojamiento, atracciones turísticas, organizadores de viajes e intermediarios, entre otros.
El índice de competitividad turística
El nivel de competitividad turística de los países, como destinos turísticos, es de suma importancia para la atracción de inversión extranjera que dinamice el turismo como actividad económica. Además, favorece el lograr un mejor y mayor posicionamiento de mercado para captar más turistas. Por esta razón, desde el año 2007, la capacidad competitiva de los países en materia de viajes y turismo se mide a través del Índice de Competitividad en Viajes y Turismo (Travel and Tourism Competitiveness Index, siglas TTCI), comúnmente conocido o referenciado como el “Índice de competitividad turística”.
Este índice es realizado anualmente por el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, siglas WEF), en estrecha colaboración con la Organización Mundial del Turismo (OMT), con el fin de medir los factores que hacen atractivo realizar inversiones o desarrollar negocios en el sector de viajes y turismo de un país específico. De acuerdo con este índice, un país altamente competitivo es aquel que tiene una tasa de crecimiento elevada, donde es fácil hacer negocios; promueve la inversión internacional y cuenta con una elevada renta por habitante; elementos que lo hacen un sitio atractivo para vivir y trabajar.
El Índice de competitividad turística no considera ninguna medición relacionada con la capacidad que estos tienen para atraer turistas o su posicionamiento como destino turístico. No obstante, resulta un mecanismo de apoyo para la promoción de los destinos, específicamente en lo relacionado con la generación de seguridad y confianza en el turista.
Elementos de la competitividad
La competitividad de la empresa no es una propiedad estrictamente relacionada con las características de desempeño y eficiencia de las empresas, productos, servicios o los destinos turísticos por sí mismos. De esta forma, ser competitivo no puede medirse únicamente por aspectos como nivel de precios, costos, capacidad productiva, participación de mercado y rentabilidad.
La competitividad está regida por condiciones de carácter interno y externo. Las primeras tienen que ver con la capacidad de la empresa para competir consigo misma a partir de la comparación de su eficiencia en el tiempo y de la eficiencia de sus estructuras internas (productivas y de servicios). Por otra parte, las condiciones externas limitan o estimulan la capacidad de la empresa para poder ser competitiva.
Dicho esto, se puede precisar que la competitividad depende un conjunto de factores que hacen posible la formulación y aplicación de estrategias para ampliar, de manera duradera, una posición significativa en el mercado. Estos factores se clasifican en tres grupos, a saber:
Fuente: elaboración propia
Factores empresariales
Son aquellos sobre los cuales la empresa tiene poder de decisión y puede controlar y modificar a través del accionar de la administración del negocio. Este es el caso de la gestión, la innovación, la producción y el recurso humano.
Factores empresariales
Gestión | Altos niveles de desempeño en tareas administrativas usuales, fluidez en la de toma de decisiones, políticas y acciones de finanzas, mercadeo, programas de capacitación y procesos planeación estratégica. |
Innovación | La importancia de la innovación y los procesos de mejora continua son un elemento central para la competitividad, ya sea para atraer mercados, introducir nuevos productos o servicios, mejorar la productividad o para competir en precios. |
Producción | La flexibilidad y rapidez de entrega y la racionalización de los costos de producción se constituyen en apalancamiento de la competitividad. |
Recurso humano | Adecuada disposición de las condiciones y las relaciones laborales, así como los aspectos organizacionales que permitan un equipo humano motivado e identificado con los desafíos para ser altamente competitivos. |
Fuente: elaboración propia
Factores estructurales
Se refieren a los elementos que conforman las condiciones del microambiente en el que se desarrolla un negocio y sobre los cuales la capacidad de intervención de la empresa es limitada. Entre estos factores se puede enumerar el tipo de mercado, la estructura industrial y el régimen de incentivos y regulaciones propios de cada uno.
Factores estructurales
Mercado | La tasa de crecimiento de la economía, distribución geográfica del mercado, requerimientos tecnológicos, acceso a mercados y sistemas de comercialización. |
Estructura industrial | Se refiere a las tendencias de progreso técnico y las condiciones propias de la actividad en las que se desarrolla el negocio, tales como: la relación de las empresas con sus proveedores y la relación capital-trabajo. |
Incentivos y regulaciones | Las políticas comerciales y de leyes del Estado relacionadas con la generación de incentivos y programas de apoyo para aumentar la capacidad de respuesta de las empresas, así como las regulaciones que buscan condicionar el quehacer de estas. |
Fuente: elaboración propia
Factores sistémicos
Estos constituyen externalidades para la empresa y, por tanto, la posibilidad de intervenir individualmente sobre ellos es escasa o ninguna. Estos factores son de muy diverso tipo: tipo de cambio, impuestos, oferta de crédito, política salarial, política tributaria y tarifaria, marco legal, normativa ambiental, protección al consumidor, seguridad social, calidad y costo de energía, transporte, comunicaciones, servicios tecnológicos como metrología y normalización, etcétera.
Mientras que los factores estructurales tienen un carácter sectorial específico, afectando más directamente las especificidades que presenta cada rama de la producción o grupo de sectores similares, los factores sistémicos afectan la competitividad de todos los sectores de la economía.
Ventajas comparativas y ventajas competitivas
"La competitividad de una empresa es determinada por sus ventajas competitivas". Este enunciado parece ser redundante, sin embargo, revela un simple axioma que propone el objetivo que debe perseguir toda empresa u organización que busca tener un desempeño superior al de sus competidores, junto a una mayor y mejor posición en el mercado. En este sentido, se definen como ventajas los elementos que le permiten a una empresa u organización tener mayor productividad en relación con los competidores y se pueden clasificar en comparativas y competitivas.
Las ventajas comparativas surgen de la posibilidad de obtener con menores costos ciertos insumos, como recursos naturales, mano de obra o energía. Con estas, la empresa u organización tiende a especializarse en las actividades o características de producto donde más ventaja tiene frente a sus competidores. Además, las ventajas comparativas pueden llegar a ser igualadas e incluso superadas por los competidores, mientras que las de carácter competitivo son producto de circunstancias únicas y particulares tales como: la marca, el servicio al cliente, el proceso productivo, la tecnología, el personal, la infraestructura, la ubicación, la distribución, etc.
Las ventajas competitivas, por su parte, se basan en la tecnología de producción, en los conocimientos y capacidades humanas y constituyen las características únicas e irrepetibles que tiene una empresa, organización, producto o servicios, con respecto a sus competidores, lo que las hace diferentes y les permite atraer más consumidores. La idea de la ventaja competitiva es que una empresa debe buscar constantemente obtener una, o mantener aquella o aquellas que ya posee, y aprovecharla al máximo, si es que quiere lograr un mejor desempeño que las demás empresas competidoras y tener así una posición competitiva en el sector o mercado.
Ventajas competitivas
Fuente: elaboración propia
La diversidad de competidores y la multiplicidad de la oferta que caracteriza el mercado turístico actual hacen que la competitividad sea un elemento esencial de la forma de hacer negocios. Sin esta, prácticamente se puede asegurar, no es posible que las empresas, organizaciones o las instituciones sean capaces se subsistir y prevalecer en el tiempo siendo económicamente viables.
Aunque la competitividad es un concepto de uso frecuente en la jerga empresarial, ciertamente resulta bastante complejo de establecer y, de hecho, no posee una definición puntual. Por un lado, la competitividad se reviste de un alto nivel de subjetividad, en términos de establecer con quién, qué o cuál es el parámetro de cumplimiento para comparar una empresa, producto o actividad. Además, el criterio posee un carácter multidimensional; es decir, es complejo definir cuáles son los atributos base para definir el grado de desempeño. De acuerdo con Pineiro (1993),
La competitividad es un concepto que no tiene límites precisos y se define en relación con otros conceptos, por lo que depende del punto de referencia del análisis -nación, sector, firma, del tipo de producto analizado, bienes básicos, productos diferenciados, cadenas productivas, etapas de producción y del objetivo de la indagación corto o largo plazo, explotación de mercados, reconversión- entre otros.
Adicionalmente, es importante señalar que competitividad no es lo mismo que competencia, pues esta última se refiere al número de participantes en un mismo mercado que se dirigen a una misma audiencia, ofreciendo bienes o servicios similares. Por otra parte, la capacidad competitiva de una empresa, producto, actividad o lugar (país, destino turístico) hace referencia al conjunto de cualidades, estrategias y medios que se disponen para tener resultados superiores en relación con sus competidores. Es decir, se refiere a su nivel de éxito al competir.
Desde del ángulo de un destino turístico, su competitividad está estrechamente ligada la calidad, el carácter y la particularidad de los productos y servicios turísticos que en él se ofrecen. Es decir, tiene que ver con cuán competitivos son estos, aunado a las condiciones que ofrece el lugar con respecto a los demás elementos que hacen posible el desarrollo del turismo, tales como infraestructura pública, acceso, plataforma de servicios, atractivos y la capacidad de los distintos actores (empresas, organizaciones e instituciones) para poder comercializarse a nivel nacional o internacional, en relación con los otros competidores en el mercado.
De hecho, la competitividad de los destinos turísticos puede definirse como “la capacidad de un destino para crear e integrar productos con valor añadido que permitan sostener los recursos locales y conservar su posición de mercado respecto a sus competidores (Hassan, 2000). En este sentido, resulta evidente que los factores políticos, económicos, medioambientales, sociales, tecnológicos y de innovación de un lugar (pueblo, ciudad o país) deben de ser tan competitivos como todos los actores del turismo: transporte, alojamiento, atracciones turísticas, organizadores de viajes e intermediarios, entre otros.
El nivel de competitividad turística de los países, como destinos turísticos, es de suma importancia para la atracción de inversión extranjera que dinamice el turismo como actividad económica. Además, favorece el lograr un mejor y mayor posicionamiento de mercado para captar más turistas. Por esta razón, desde el año 2007, la capacidad competitiva de los países en materia de viajes y turismo se mide a través del Índice de Competitividad en Viajes y Turismo (Travel and Tourism Competitiveness Index, siglas TTCI), comúnmente conocido o referenciado como el “Índice de competitividad turística”.
Este índice es realizado anualmente por el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, siglas WEF), en estrecha colaboración con la Organización Mundial del Turismo (OMT), con el fin de medir los factores que hacen atractivo realizar inversiones o desarrollar negocios en el sector de viajes y turismo de un país específico. De acuerdo con este índice, un país altamente competitivo es aquel que tiene una tasa de crecimiento elevada, donde es fácil hacer negocios; promueve la inversión internacional y cuenta con una elevada renta por habitante; elementos que lo hacen un sitio atractivo para vivir y trabajar.
El Índice de competitividad turística no considera ninguna medición relacionada con la capacidad que estos tienen para atraer turistas o su posicionamiento como destino turístico. No obstante, resulta un mecanismo de apoyo para la promoción de los destinos, específicamente en lo relacionado con la generación de seguridad y confianza en el turista.
La competitividad de la empresa no es una propiedad estrictamente relacionada con las características de desempeño y eficiencia de las empresas, productos, servicios o los destinos turísticos por sí mismos. De esta forma, ser competitivo no puede medirse únicamente por aspectos como nivel de precios, costos, capacidad productiva, participación de mercado y rentabilidad.
La competitividad está regida por condiciones de carácter interno y externo. Las primeras tienen que ver con la capacidad de la empresa para competir consigo misma a partir de la comparación de su eficiencia en el tiempo y de la eficiencia de sus estructuras internas (productivas y de servicios). Por otra parte, las condiciones externas limitan o estimulan la capacidad de la empresa para poder ser competitiva.
Dicho esto, se puede precisar que la competitividad depende un conjunto de factores que hacen posible la formulación y aplicación de estrategias para ampliar, de manera duradera, una posición significativa en el mercado. Estos factores se clasifican en tres grupos, a saber:
Fuente: elaboración propia
Factores empresariales
Son aquellos sobre los cuales la empresa tiene poder de decisión y puede controlar y modificar a través del accionar de la administración del negocio. Este es el caso de la gestión, la innovación, la producción y el recurso humano.
Factores empresariales
Gestión | Altos niveles de desempeño en tareas administrativas usuales, fluidez en la de toma de decisiones, políticas y acciones de finanzas, mercadeo, programas de capacitación y procesos planeación estratégica. |
Innovación | La importancia de la innovación y los procesos de mejora continua son un elemento central para la competitividad, ya sea para atraer mercados, introducir nuevos productos o servicios, mejorar la productividad o para competir en precios. |
Producción | La flexibilidad y rapidez de entrega y la racionalización de los costos de producción se constituyen en apalancamiento de la competitividad. |
Recurso humano | Adecuada disposición de las condiciones y las relaciones laborales, así como los aspectos organizacionales que permitan un equipo humano motivado e identificado con los desafíos para ser altamente competitivos. |
Fuente: elaboración propia
Factores estructurales
Se refieren a los elementos que conforman las condiciones del microambiente en el que se desarrolla un negocio y sobre los cuales la capacidad de intervención de la empresa es limitada. Entre estos factores se puede enumerar el tipo de mercado, la estructura industrial y el régimen de incentivos y regulaciones propios de cada uno.
Factores estructurales
Mercado | La tasa de crecimiento de la economía, distribución geográfica del mercado, requerimientos tecnológicos, acceso a mercados y sistemas de comercialización. |
Estructura industrial | Se refiere a las tendencias de progreso técnico y las condiciones propias de la actividad en las que se desarrolla el negocio, tales como: la relación de las empresas con sus proveedores y la relación capital-trabajo. |
Incentivos y regulaciones | Las políticas comerciales y de leyes del Estado relacionadas con la generación de incentivos y programas de apoyo para aumentar la capacidad de respuesta de las empresas, así como las regulaciones que buscan condicionar el quehacer de estas. |
Fuente: elaboración propia
Factores sistémicos
Estos constituyen externalidades para la empresa y, por tanto, la posibilidad de intervenir individualmente sobre ellos es escasa o ninguna. Estos factores son de muy diverso tipo: tipo de cambio, impuestos, oferta de crédito, política salarial, política tributaria y tarifaria, marco legal, normativa ambiental, protección al consumidor, seguridad social, calidad y costo de energía, transporte, comunicaciones, servicios tecnológicos como metrología y normalización, etcétera.
Mientras que los factores estructurales tienen un carácter sectorial específico, afectando más directamente las especificidades que presenta cada rama de la producción o grupo de sectores similares, los factores sistémicos afectan la competitividad de todos los sectores de la economía.
"La competitividad de una empresa es determinada por sus ventajas competitivas". Este enunciado parece ser redundante, sin embargo, revela un simple axioma que propone el objetivo que debe perseguir toda empresa u organización que busca tener un desempeño superior al de sus competidores, junto a una mayor y mejor posición en el mercado. En este sentido, se definen como ventajas los elementos que le permiten a una empresa u organización tener mayor productividad en relación con los competidores y se pueden clasificar en comparativas y competitivas.
Las ventajas comparativas surgen de la posibilidad de obtener con menores costos ciertos insumos, como recursos naturales, mano de obra o energía. Con estas, la empresa u organización tiende a especializarse en las actividades o características de producto donde más ventaja tiene frente a sus competidores. Además, las ventajas comparativas pueden llegar a ser igualadas e incluso superadas por los competidores, mientras que las de carácter competitivo son producto de circunstancias únicas y particulares tales como: la marca, el servicio al cliente, el proceso productivo, la tecnología, el personal, la infraestructura, la ubicación, la distribución, etc.
Las ventajas competitivas, por su parte, se basan en la tecnología de producción, en los conocimientos y capacidades humanas y constituyen las características únicas e irrepetibles que tiene una empresa, organización, producto o servicios, con respecto a sus competidores, lo que las hace diferentes y les permite atraer más consumidores. La idea de la ventaja competitiva es que una empresa debe buscar constantemente obtener una, o mantener aquella o aquellas que ya posee, y aprovecharla al máximo, si es que quiere lograr un mejor desempeño que las demás empresas competidoras y tener así una posición competitiva en el sector o mercado.
Ventajas competitivas
Fuente: elaboración propia